domingo, 22 de noviembre de 2009

Opinión Blog 4. Sanidad.

1. El crítico momento de la Sanidad Pública.
En “La sanidad así no es sostenible” y en el artículo adjunto de Costas Lombardía en El País del martes, se analizan de nuevo los graves problemas que la Sanidad Pública tiene en España. El informe Fedea- McKinsey alerta sobre la enorme frecuentación en las consultas que aquí tenemos con respecto a los paises de nuestro entorno. Parece que al final lo hemos conseguido: hemos sanitarizado quizás irreversiblemente al país. Costas Lombardía pone de nuevo el acento en el grave deterioro de la calidad en la asistencia clínica cada vez más rutinaria, defensiva, ineficiente e incentivadora de más demanda y expectativas irreales en la población. Esa es la base de esta brutal e innecesaria frecuentación. Ese es el problema y la solución no está en las renovadas y creativas nuevas formas de gestión desde arriba que de vez en cuando –sobre todo en los cambios de gobierno en las CCAA- se plantean. Muchos pensamos que esta deriva que nos conduce a un verdadero colapso del sistema sólo puede frenarse –si es que aún es posible- por los propios profesionales (sobre todo los médicos). No hace mucho intenté explicarlo en 2 artículos en La Voz de Galicia ("Hablemos de lo posible en Sanidad" y "La Sanidad en la encrucijada"): el papel de la gestión estaría en facilitar el cambio apoyando la base clínica realmente productiva y acabando con “el torpe igualitarismo que desanima el esfuerzo y el mérito y fomenta la mediocridad del personal sanitario”, en palabras del propio Costas Lombardía.
En cualquier caso y centrándome en Galicia, si algo ha complicado todavía más las cosas ha sido la obsesión de los nuevos altos responsables por poner un punto y aparte en la gestión de los centros hospitalarios y la atención primaria, desperdiciando "por qué sí" a equipos y directivos que podían aportar experiencia, conocimiento y la necesaria continuidad de proyecto básico que permita no perder tiempo, corregir errores y no volver a recorrer caminos ya transitados que no conducen a ningún sitio. En momentos tan dificiles es especialmente grave dedicar tanta energía a marcar la diferencia y revisarlo todo, buscando o inventando defectos más o menos graves en la gestión de los “anteriores”, como si estos fueran los únicos “enemigos”. En vez de perseverar en los buenas líneas emprendidas y dedicar el esfuerzo en mejorar lo mucho que tiene que mejorarse. Pues no, lo que están haciendo es atacar y ningunear a los “derrotados” y ahondar en el politiqueo revisionista para marcar el territorio.
Táctica que puede poner en dificultades a los pocos directivos de los equipos anteriores que continuan como hilos conductores de un histórico esfuerzo colectivo por la sanidad pública en Galicia, más allá de coyunturas políticas. Profesionales que por su amplia experiencia y conocimiento del ámbito sanitario gallego son –como muchos otros que no están por razones aleatorias- necesarios para tirar de este carro –que es el de todos-. No es justo que el barro de las acusaciones infundadas y sectarias de ocultamiento de listas de espera, conduzca a lodos que salpiquen a estos profesionales, que con mayor penosidad y menores compensaciones económicas de lo que la gente cree, llevan años dejando la piel y las coronarias por la Sanidad Pública de Galicia.
Sucio e intolerable por esas razones resulta el artículo de un tal Fernando M. Salgado en El Correo Gallego, titulado “El fraude de la sanidad gallega tiene premio”. De él destacaría:
a) el desconocimiento absoluto de las organizaciones sanitarias que el autor demuestra.
b) la falta de respeto por el trabajo y el compromiso, por encima de los avatares políticos, de los profesionales que trabajan en la Gestión y en los Servicios de Admisión de los centros. Tan importantes, tan técnicos y por tanto tan independientes en su labor, como los que nos dedicamos a labores directamente asistenciales. Ni más ni menos.
c) sus pobres argumentos reafirman lo necesario que resulta hoy un Pacto político, mediático y social que despolitice al máximo la Sanidad y permita que los ciudadanos y los medios de comunicación puedan recibir un mensaje honesto y riguroso que evite la deslegitimación social hacia la que el sistema avanza inexorablemente.

2. Facultad de Medicina y Docencia Clínica.
Continúa el culebrón. A pesar de que la Conselleira parece haber reculado, despues de sus lamentables y tendenciosas actuaciones sobre el tema, el lobby de A Coruña al que pertenece no le permite acabar de salir del embrollo ya judicializado. La entrevista con el decano y los exdecanos de la USC fue, en todo caso, una buena señal. Mientras, a Feijóo una se le viene y otra se le va intentando poner el problema en otro tejado para no desautorizar del todo a su conselleira y al equilibrio interno de poder que representa. Ver las declaraciones –Alberto también se equivoca- en las que deriva el pago, por otra parte pírrico, de los profesores asociados de la USC a Sanidade. Una inusual generosidad para el hombre de la austeridad.
Muy acertada la posición del alcalde de Santiago al respecto. Aunque para él es más fácil, en este caso, ser coherente que a su compañero de A Coruña.
Un buen presagio el planteamiento de la Universidad de Vigo en el que pone por encima de todo el interés de los alumnos. Nosotros en Ourense seguimos con nuestro claro Manifiesto por la Docencia Clínica en Galicia para implementar una Unidad Docente en el CHOU que la coordine en el propio centro, Atención Primaria y los Hospitales de O Barco y Verín. Sabemos que la disposición de la USC es total y esperamos de las Gerencias ourensanas una actitud homologa con la que los profesionales y el Colegio que los representa colaboraremos al máximo. Un buen paso fue que los alumnos que lo demandaron estén haciendo este año sus prácticas en el CHOU. Pero no puede ser a modo de excepción tácitamente concedida. Ahora toca aceptar por las Gerencias de Ourense que la Docencia Clínica de Pregrado está en la cartera de servicios de nuestros centros, igual que lo está la de Postgrado. Y ponerse a trabajar coordinadamente con el decanato de Medicina de la USC para gestionarlo, poniendo las bases firmes con la convocatoria de las plazas docentes que sean precisas y Ourense esté en condiciones de asumir. A partir de ahí la pelota estará en nuestro tejado: las posibilidades que se abren son enormes para el crecimiento en calidad de nuestros centros que lleva aparejado una docencia reglada y estabilizada.
Aquí os adjunto el Manifiesto que han firmado 340 facultativos de Ourense, se ha enviado a las instituciones responsables de las que esperamos una pronta respuesta y se ha presentado en rueda de prensa el martes día 1/12.
Manifiesto sobre la Formación Clínica Pregrado de Medicina en Galicia y por la concesión del Ciclo Clínico al Complejo Hospitalario de Ourense.

Los abajo firmantes, médicos de los 3 Hospitales Públicos y de la Atención Primaria de la provincia de Ourense entendemos que en el contexto de una única Facultad de Medicina en Galicia, es imprescindible contar, para los ciclos clínicos de la formación pregrado, con la totalidad de la red de Hospitales públicos y Centros de Atención Primaria de nuestra comunidad.
La reforma universitaria surgida de los Acuerdos de Bolonia y la creación del grado en base a sus condicionantes normativos, obliga a promover un precoz contacto del alumno de Medicina con el paciente. Por tanto el objetivo a corto plazo debe ser mejorar y ordenar de forma eficiente, armónica y coordinada la formación clínica de los futuros médicos. Esta ordenación debe hacerse con criterios de calidad, accesibilidad y personalización de la Docencia, utilizando todos los recursos disponibles y las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías de la información. No es tolerable que interesados localismos lastren el presente y el futuro de la formación clínica, que debe estar centrada en el estudiante y no en otro tipo de intereses.
Con esas premisas afirmamos que el Complejo Hospitalario de Ourense y los Centros de Atención Primaria de esta provincia vienen formando especialistas a través de sus Comisiones de Docencia. El CHOU ha gestionado cursos de doctorado, el tercer ciclo en postgrado y cuenta ya con profesiores asociados (PACs) y profesionales formados para ello dispuestos a ser nuevos “colaboradores docentes”. También cuenta con una amplia cartera de servicios y estructuras tecnológicas y de investigación correspondientes a un hospital de tercer nivel. A todos los efectos el CHOU debe ser considerado como un Hospital Universatario.
Por tanto en el contexto de la utilización de toda la red sanitaria publica de Galicia para la Formación Clínica de nuestros estudiantes de Medicina, Ourense demanda la concesión de un Ciclo Clínico que se gestionaría desde una Unidad Docente en el CHOU. Esta Unidad coordinaría las aportaciones de los 3 Hospitales públicos y la Atención Primaria de la provincia, en base al programa y los objetivos formativos que la Facultad de Medicina estipule. Estos objetivos y programas, acordes con los Acuerdos de Bolonia, serán desarrollados por los “colaboradores docentes” de Ourense que se consideren idóneos para ello y cuyas plazas serán convocadas abierta y públicamente.

3. Verdades y mentiras.
No es cierto que el Jefe de Servicio de Psiquiatría del CHOU dimitiera por desavenencias con la anterior Dirección. Las relaciones de Psiquiatría, y su entonces Coordinador, con el anterior equipo directivo fueron excelentes. De ahí los grandes avances en Ourense del Plan Estratégico de Salud Mental (más profesionales, más camas, el gran cambio en Toén, la UCA, el nuevo Hospital de Día…). Santiago Lamas dimitió al no encontrar una línea de continuidad en la actual Gerencia del CHOU y al no recibir garantías de disponibilidad de profesionales para poder mantener el proyecto. Las declaraciones en las que la actual Gerente no se atiene a la verdad sobre este tema (¿o fue mal “interpretada” por el/la periodista?) sólo tuvieron eco en la edición digital de La Región. No merece la pena ni por nuestra parte ni por la de Lamas insistir en el tema. Pero creo que al menos aquí debe quedar claro.
Bueno y lo de "que no hay listas cerradas en el CHOU"..., habría que recordarle a la ctual gerente su mantra continuo sobre el temay su poco constructiva oposición política en los últimos años. Ni hay ni hubo listas cerradas. Nada ha cambiado. Debería reconocerlo pero ya sé que no lo hará. Estamos en 38 días de espera media para consultas iniciales. Está muy bien. Convendría recordar como antes dije que el trabajo sanitario es continuidad. Nada en Sanidad se hace en 6 meses y también resulta dificil deshacerlo en poco tiempo. Esa demora media (ver web) era en Marzo 09 de 33 días y en Junio de 31 días. Bueno para los pacientes de Ourense, que es lo que importa.

4. Alcohol y menores.
Me parece acertado el proyecto de ley que el Gobierno de Galicia hace con el objetivo de acabar con la venta y consumo de alcohol a menores y las medidas y sanciones que propone. Está bien que Pilar Farjas pida ideas para mejorar el proyecto en su tramitación. Ver la noticia en El País. Estoy de acuerdo con el artículo que Miguel Abad publica al respecto en La Región.

¡Danke, Gorbi!

Antes de la caída del Muro, el declive de las ideologías ya era imparable.
Todo había comenzado dos siglos antes en la Revolución Francesa y sus tres rotundos y profundos ideales: libertad, igualdad y fraternidad. Despues llegó el marxismo para hacerlos realidad a través de la política. Su aplicación real resultó un fracaso allí donde se intentó. El triángulo revolucionario se derrumbó siempre por el mismo lado, el de la libertad. La igualdad fundada en la fortaleza del estado y la pretendida fraternidad internacionalista, prometían que una vez alcanzada la madurez del nuevo orden social, la libertad llegaría por si sola como una consecuencia del hombre nuevo. No fue así: las dictaduras falsamente atribuidas al proletariado se eternizaron, y los pueblos, sometidos por décadas, nunca fueron libres. La realidad demostró que más allá de los crimenes de los siniestros personajes políticos que la protagonizaron, la condición humana no permite alcanzar la triangular perfección del paisaje revolucionario, tan fascinante en la teoría. No somos capaces de llegar a tanto.
Mientras, a este lado del muro, el capitalismo, la otra gran ideología, adquiría en determinados países occidentales su rostro más humano, empujado por la lucha obrera y sindical. Los entonces hegemónicos partidos socialdemócratas consolidaban, en la segunda mitad del siglo XX, los estados del bienestar. Una conquista social pacífica y democrática que lograba un imperfecto pero razonable equilibrio entre los tres ideales revolucionarios, en un contexto de generación mantenida de riqueza basada en el consumo de las masas. Una condición que hoy parece dificilmente sostenible sin cargarnos el planeta. A los partidos conservadores y liberales no les quedó más remedio que apuntarse, con mayor o menor entusiasmo, a este modelo amable de capitalismo que rapidamente se consideró innegociable y consustancial a la propia democracia.
Y en estas, despues del último y utópico canto revolucionario en mayo del 68, el muro cayó por el pragmático sueño de libertad de millones de personas que deseaban consumir, viajar y vivir como los habitantes del “otro lado”. Fue un proceso pacífico, incluso teatral, gracias a Gorbachov: un político inusual capaz de reconocer el fracaso y entender la rendición del bloque soviético como la mejor salida posible en aquel momento. A diferencia de otros, que aún hoy condenan a sus pueblos a la indignidad, la pobreza y la violencia antes de reconocer una derrota ya confirmada por la historia. “Danke, Gorbi”, gritaban agradecidos los berlineses mientras derribaban el muro a martillazos.
Acabado este apasionante periodo del siglo de las luces, el triunfante capitalismo, sin ataduras, amplificó el mercado hasta hacerlo insaciable, olvidándose no ya de la igualdad, sino también de la equidad. Hoy en muchos de los paises del Este de Europa, los ciudadanos se ven más pobres que en el 89 y confían cada vez menos en la democracia. Peligrosa percepción que crecerá con la Gran Recesión que el mundo globalizado está sufriendo. Triste capitalismo que permite en el siglo XXI la muerte por hambre de un niño cada 6 segundos.
A su vez, la política es cada vez más pequeña y no consigue enderezar el rumbo. Se ha convertido en un producto más del desaforado consumo, donde sólo vende el que se adapta a las tendencias del mercado electoral. Cuando el envoltorio es el que marca la diferencia, crece el populismo y acaban apareciendo Berlusconis.
Más allá de las dos ideologías fracasadas, quedan los valores frente a la mediocridad de la coyuntura. En los valores está el presente y el futuro. Los jovenes de hoy en día lo entienden bien, pero deben dar el paso de ser protagonistas y no meros espectadores. En todo caso, gracias a Gorbachov por haber comprendido, al otro lado del muro y en difíciles circunstancias, que la paz está por encima de todo.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Desmemoria


En los últimos tiempos crecen los indicios que confirman la necesidad de recuperar la memoria histórica en este país. Seguramente por eso proliferan las manifestaciones culturales que lo procuran, en contrapunto a las maniobras que dificultan el reconocimiento y la justicia para con las victimas del golpe militar del 36 y la larga dictadura franquista.
Desde la aprobación, el 26 de diciembre del 2007 por el Parlamento de España, de la Ley de la Memoria Histórica no han cesado de aparecer obstáculos para su desarrollo. Tal parece que el miedo con el que Franco y los fascistas nos sometieron durante decádas, aún no esté del todo conjurado.
Por ejemplo, nadie fuera de España entiende el acoso sin precedentes que el juez Garzón está soportando por cruzar la línea que la delicada transición política española dejó para mejores momentos. Cualquiera que lea el auto del 16 de octubre del 2008 en el que el magistrado declara abierta la investigación sobre los crímenes del franquismo, no podrá encontrar otra cosa que la búsqueda de justicia y dignidad para las víctimas. Algunos jueces, determinados políticos y ciertos medios de comunicación están, sin reconocerlo abiertamente, mostrándose como herederos y defensores del legado de la dictadura. Podría, por tanto, pensarse que son demócratas porque no tienen más remedio. ¿Qué es, si no, lo que defienden? ¿A alguien pueden quedarle dudas sobre la represión, sobre el olvido que miles de familias españolas han tenido que sufrir durante tantos años? ¿Qué sentido tiene bloquear un justo y reparador final para aquellos que hasta ahora no han podido siquiera enterrar a sus muertos y en algunos casos se vieron obligados a convivir toda la vida con sus verdugos?
¿Por qué el actual gobierno de Galicia quiere dedicar la isla de San Simón, donde cientos de republicanos fueron recluidos y torturados, a un centro de arte contemporáneo, cerrando la exposición permanente sobre nuestra memoria historia que allí estaba abierta con abundante documentación sobre la barbarie franquista? ¿Acaso, como bien le preguntó una parlamentaria del BNG al conselleiro del ramo, dedicaría usted Auschwitz a algo parecido? ¿Es la constatación del rechazo a continuar las medidas que el bipartito desarrolló para la recuperación de la memoria histórica, que un portavoz del actual gobierno gallego hizo en sede parlamentaria? ¿Dónde queda la resolución aprobada por unanimidad en octubre del 2008 por el Parlamento de Galicia que instaba a la Xunta a proseguir dichas acciones? ¿Cambian las cosas cuando se alcanza la mayoría absoluta? ¿Y la defensa de la estatua del coruñes “de pro”, Millán Astray? ¿Qúe es ese cuento de no abrir viejas heridas cuando a las victimas no se les ha permitido cerrar aún las suyas?
Por mucho que se empeñen algunos en prolongar el silencio y el olvido, las últimas fosas comunes que se abrieron en Europa no fueron en los Balcanes, sino en España y en Galicia. Teo Manuel Abad nos lo cuenta en “Flores Tristes”, un excelente documental proyectado en el último festival de cine de Ourense, con los testimonios de muchas familias gallegas, desde A Fonsagrada hasta Porriño. Familias, que conociendo las cunetas donde sus seres queridos estaban enterrados, debieron callar hasta ahora para “no tener problemas”.
Por eso es necesario que continue el trabajo de campo de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. Se estima que los restos de más de 130.000 “asesinados” por la dictadura quedan aún por recuperar. Y la llegada de nuevos documentales como “Señora de” de la gallega Patricia Ferreira. Un documentado trabajo sobre la oscura Sección Femenina. En él, algunas madres solteras de entonces nos cuentan su reclusión en reformatorios bajo su cargo, sin otra opción que ser “o putas o tolas”. No hace mucho de esto. ¿Quién teme a la memoria? ¿Quién se defiende en el olvido? ¿Por qué razón?

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Elogio del trabajo


El sábado pasado, de vinos con la cuadrilla, la conversación derivó, para variar, en la crisis económica que tenemos encima. Las posiciones iniciales fueron diversas: ¡que si Zapatero tiene toda la culpa, que si sólo cuarto y mitad, que si Rajoy debería ayudar un poco y proponer alternativas en vez de criticar siempre, que si no estamos peor que el resto del mundo mundial…! Nada original seguramente. A esa misma hora, en cualquier zona de ambiente de cualquier ciudad de este país, grupos como el nuestro estaban diciendo cosas parecidas al calor de un rioja, un ribera, un mencía o un buen cava.
Más tarde, los derroteros de la acalorada discusión nos llevaron a conclusiones de consenso: en la política española, desde hace ya años, falta valentía y sobra electoralismo. Las medidas que se toman, nadan en el corto plazo y no enfrentan los condicionantes específicos que hacen más virulenta y profunda la crisis en nuestro país: una cultura socioeconómica de baja productividad, de búsqueda incansable del dinero fácil, de fascinación por un trabajo “fijo” que permita “tumbarse a la bartola” el resto de la vida… Donde el riesgo de la innovación no goza del debido prestigio social.
Todos estuvimos de acuerdo en la necesidad de un discurso honrado y veraz que alerte sin tapujos del riesgo que, en el actual contexto económico, corren los servicios públicos fundamentales y las prestaciones sociales. De un liderazgo fuerte que no oculte bajo una economía demasiado subsidiada la ausencia de pasos decididos hacia el imprescindible cambio de modelo productivo. Que nos ponga las pilas. Que apueste de verdad por primar el esfuerzo, la tensión emprendedora y la creatividad. Un cambio cultural, en suma, que la actual forma de concebir la política no sólo no fomenta, sino que dificulta con crecientes dosis de populismo.
Alguien, en algún momento preguntó si ese cambio podía ser pilotado por Zapatero o por Rajoy. A pesar de las encontradas posturas iniciales, la respuesta fue unánimemente negativa. Los nombres alternativos que se propusieron los dejaremos para otro día.
Ya de vuelta a casa, antes de dormir, me dio por repasar mentalmente algunas imágenes de la última película de Clint Eastwood. Recordé el orgullo del viejo obrero jubilado de Ford por el espléndido “Gran Torino” que guardaba en su jardín. La maravilla de coche que las manos y la ilusión de aquel veterano de Corea habían contribuido a producir en la fábrica de Detroit, ahora a punto de cerrar. Admiré de nuevo su cotidiana reivindicación del trabajo dando sentido no sólo a lo producido, sino a la esencia misma del productor. Su coraje para redimir al joven y vacío vecino con el ejemplo de quien llena la existencia en las pequeñas o grandes metas que se propone, en las ideas que defiende, en las simples tareas que cada día le trae.
El valor “del trabajo bien hecho”, uno de los lemas fuerza de la campaña electoral de Felipe González en 1982, que consiguió ilusionar a más de 10 millones de españoles. El valor del “Trabajo gustoso” de otro andaluz ilustre, Juan Ramón Jiménez, admirable poeta que nos dejó esta perla: “no dejes ir un día sin cogerle su secreto, grande y breve. Por cada miga de pan duro que te dé Dios, tú dale el diamante más fresco de tu alma”.
Generosidad en el oficio de vivir, sin medir el esfuerzo, sin mirar al “de al lado” para justificar el hastío y la indolencia propias. Para llenar de sentido la vida, para espantar la epidemia de ciudadanos clónicos -aburridos consumidores de productos predigeridos-, es el momento de elogiar el trabajo. Como una manera de hincarle el diente a la crisis, acabando con la mentira de los castillos –o los ladrillos, da igual- en el aire, que siempre acaban cayendo sobre las cabezas de los que menos lo merecen. Como un actualizado mensaje de progreso. Al menos eso me pareció en una noche con amigos en el cálido otoño del 2009.