lunes, 26 de abril de 2010

El velo

En la primera semana de Abril, a Najwa Malha, de 16 años, le prohibieron asistir a su clase de la ESO en el Instituto de Pozuelo por llevar hiyab: el pañuelo islámico. Desde entonces permanece durante el horario escolar estudiando en la sala de visitas del centro, que debe abandonar cuando éstas acuden. No es el primer caso en el que este tipo de problemas han sucedido en España. Y no sólo en el ámbito educativo. El juez Gómez Bermúdez, expulsó de la sala a la abogada Zoubida Barik por llevar velo. El reglamento judicial sólo permite una prenda en la cabeza: el birrete.
Creo que de nuevo, obsesionados con la imagen y los signos externos, confundimos el significante con el significado. Llevar velo nada significa por sí mismo. Salvo para el que lo mire con prejuicios culturales o educacionales. Esos que tanto daño han hecho en la historia de la humanidad.
El problema sólo existe cuando el velo es una imposición religiosa o de otro tipo. Si se trata, como es el caso, de una decisión libremente tomada en cuanto al modo de vestir o interpretar una creencia, nada debería molestarnos. El velo es tan respetable como cualquier otra prenda. ¿Quiénes somos nosotros para juzgar a quien lo lleva? Los reglamentos no pueden prohibir ningún atuendo si éste no es ofensivo o denigratorio. La libertad para expresar y exteriorizar las creencias de los individuos, el respeto a las minorías y el derecho a la educación y a la justicia son el núcleo fundamental de la democracia. Por eso, en este tema, toca de nuevo decir: ¡prohibido prohibir!
En un viaje reciente a un país laico de mayoría islámica, tuve la oportunidad de ver en directo, en sus calles, la multiplicidad en las formas de vestir de las mujeres: velo cerrado, abierto, adornos en el hiyab, ropa occidental en exclusiva, iPhone, móviles de última generación… En ese escenario donde el varón aún sigue siendo el amo y señor, están claras las evidencias del imparable proceso de mestizaje cultural que ya se está produciendo. Con ritmos personales y familiares distintos. Como ocurría aquí, hace no demasiados años, cuando algunas y algunos se atrevían más que otras u otros a no ir a misa los domingos, llevar minifalda o ponerse el bikini.
En estos países y en la inmigración que de ellos procede, asistimos a complejas mutaciones sociales con claves diversas, difícilmente interpretables sin conocerlas en profundidad. Donde seguro que estallan los normales desencuentros generacionales. “East is East”, interesante película británica de hace una década, ya ilustraba acerca de los problemas de los hijos de los inmigrantes para conjugar el respeto a la forma de entender el mundo de sus padres con la propia integración en el que ya es su país a todos los efectos.
A día de hoy, en muchos estados musulmanes, aún intolerablemente machistas, ya están apareciendo, con mayor o menor nitidez, los cambios que suelen preceder a los procesos de emancipación femenina: caída de la natalidad, retraso en la edad de matrimonio, mayor acceso a la educación… Las sociedades se mueven y se mezclan, por mucha resistencia que sus dirigentes opongan. Conviene, por tanto, favorecer la integración de culturas fomentando el respeto mutuo, en vez de complicarnos la vida por una simple prenda. Discriminando además a quién no lo merece.
Nada significa, en esencia, el velo. Lo importante sigue siendo identificar y combatir todas las formas de violencia e imposición, tanto en la familia como en la comunidad. Sean de la confesión que sean. Lleven velo o no lo lleven.
Publicado en La Región el viernes 23 de Abril.
Foto de producción propia: una muchacha siria visitando el teatro romano de Bosra, en la frontera con Jordania.

miércoles, 21 de abril de 2010

Un poco de todo

Un nuevo formato para exponer los temas en entradas, evitando la columna de la derecha. Algunos me lo habéis sugerido. Vamos a probar.

CINE:
"El escritor" de Roman Polanski. Una reflexión sobre el poder. Una demostración de la capacidad del polémico director para resolver en imágenes cualquier historia. Construyendo una trama ágil, llena de intriga y suspense. Haciéndolo fácil como sólo los que han alcanzado la categoría de “clásicos” pueden conseguir. Se trata de un thriller político sustentado en las consecuencias de la guerra de Irak. Con los nombres cambiados. Con los toques maliciosos y escépticos que sólo pueden dar los que, como Polansky, están de vuelta de todo. Pesimismo militante, en el que siempre deja un resquicio para la honestidad. En esta película, condensada en la figura del escritor atrapado en un paisaje oscuro y decadente.
No es un film demoledor como otros suyos: “La semilla del diablo”, “El quimérico inquilino”… Aquí el director no pone tanto de sí mismo, no se desnuda tanto. Es un film más de oficio que de otra cosa. En el que se despacha a gusto con Blair, la CIA y Blackwater. Un 8.

“Cinco minutos de gloria” de Oliver Hirchsbiegel, el director de “El hundimiento”. Esta nueva película se sitúa en el drama de Irlanda de Norte y su contienda civil. Un sugestivo escenario en el que Hirchsbiegel parece buscar el orígen de la violencia juvenil. Y donde se adentra torpemente en el sentimiento de culpa y los remordimientos de la conciencia. Demasiado pretenciosa y al tiempo superficial, se centra en el encuentro televisivo de un asesino y el hermano de su asesinado, buscando espacios públicos para el perdon y la reconciliación en un país con señales aún presentes de aquel terrible conflicto. Dos personajes marcados para siempre por un instante vivido en la juventud y la infancia respectivamente. Dos seres humanos atormentados que no llega a explicarnos con solvencia. Demasiados temas universales para una sola película. Por demasiados momentos, tediosa y prescindible. Un 4.

PRENSA y ACTUALIDAD:
"Yo discrepo pero no prevarico". Clara Bayarri, magistrada de la Audiencia Nacional que emitió un voto particular discrepante en el que se mostraba partidaria de la competencia de la Audiencia para investigar los crímenes del franquismo. Es la postura más ecuánime y limpia que he leido sobre el tema Garzón. Dice: "Si, soy una discrepante. No estimo por ello que mis compañeros de tribunal sean ignorantes o prevaricadores. Soy una discrepante pero tampoco una prevadicadora. Es normal, aún conociendo las leyes, tener posiciones diversas". Lo de Garzón es lo mismo. Pero sólo desde el desprecio a la democracia de los acusadores y el odio de algunos jueces del Supremo se entiende lo que, por desgracia, va a pasar.
En suma Garzón pudo equivocarse, pero no parece razonable sostener que cometió un delito por el que deba juzgarsele.
“El laboratorio privado”, una inteligente mirada al nuevo Chile de Piñera, dibujada por un viajero experto en análisis ecónomicos y sociales: Francisco G. Basterra. Viene a coincidir con lo expuesto en “Le Monde” por Teo Saavedra, ya recogido en este blog. El artículo describe una sociedad donde la cuenta corriente y el clasismo vuelven a dominar tras varios años en los que la Convergencia intentó hacer desaparecer las bases sociológicas en las que la dictadura pinochetista se sustentó. Lo bueno es que ahora, Piñera está obligado a disimularlo. Chile, de nuevo un excelente laboratorio en el que Europa puede observarse.

“Bocata de lobo” de Manolo Rivas. De cómo la falta de presupuesto en los comedores escolares de Galicia obliga a comer “puros bocatas” a los niños. Todo un paradigma del año de gobierno de Manostijeras, el lobo. No será fácil, pero puede que los niños se lo coman a él.

“Cuando las palabras pierden su significado” de Fernando Vallespin. Una reflexión sobre el lenguaje en política. Sobre los discursos que degradan las palabras, las vacían de sentido y nos dejan sin el fundamento básico para convivir más allá del pensamiento único y artificialmente polarizado. No es nuevo. Tucídides, el griego, ya alertaba sobre esta clásica carcoma de la democracia.

No se lo pierdan. El Bigotes se ha depilado integralmente. Noticia y foto en El País. ¿Cómo es posible que Camps y su gente no se hayan ido ya, pidiendo perdón y con el bigote entre las piernas? Parece que en Mayo el Supremo decidirá algo. Me cuesta creerlo.

Gonzalo Iglesias Sueiro en "La Región". Sobre la libertad: “Interdit d´interdire”. Brillante. No se nada sobre la guía a la que alude del Ministerio de Igualdad titulada “Educar en libertad”, que al parecer pretende reinterpretar los cuentos clásicos infantiles. Pero el artículo, delicioso. Una replica posterior de Rosa Montero sobre el mismo tema tampoco está mal: "¡Cuentistas!"

“¡Qué apropiada su querella, amigo fascista!” Duro, sentido y descarnado artículo de José María Izquierdo sobre el Caso Garzón. Merece la pena.

“¿Se paga la corrupción?” de Ignacio Sánchez Cuenca. Sobre la sacrosanta doble vara de medir de la derecha española.

“Estado palestino, ahora" del magistrado José Antonio Martín Pallín. Sobre la necesidad, ya inaplazable, de que la comunidad internacional y reconozca de una vez al Estado Palestino.

“Torear y otras maldades” de Mario Vargas Llosa. Un claro y brillante posicionamiento sobre el tema taurino: “se trata de una forma de alimento espiritual tan emotivo como un concierto de Beethoven, una comedia de Shakespeare…” Poco más que decir.

LIBROS:
“La soledad de los números primos” de Paolo Giordano. Extraordinaria primera novela de un narrador brillante, profundo, original y lleno de sensibilidad. Páginas dolorosas pero llenas de lirismo. Matices en cada línea. Descripciones que te introducen en los sentimientos de los atormentados números primos. Una conmovedora historia, llena de sutilezas, donde el narrador omnisciente detiene el tiempo y disecciona con maestría la situación y las imágenes. Extrayendo la esencia de los sentimientos… Colocando al lector en una privilegiada atalaya en la que nada se escapa a sus ojos. Conmovedora. Esencia de soledad. Fragmentos de vida que se superponen armónicamente. Alice y Mattia, dos seres radicalmente solos. Como todos lo somos, en esencia. Magnífica y abrumadora opera prima.

domingo, 18 de abril de 2010

El método Guardiola

El método es la forma de hacer con orden una cosa. El conjunto de reglas, lecciones y ejercicios para aprender o enseñar algo. Una manera de proceder que nos hace inconfundibles, distintos y únicos. Los vagos huyen del método. Les hace trabajar aunque no quieran.
El método compromete y ampara. Ni simplifica ni vulgariza. Iguala por arriba, no por abajo. No es aburrido: de las ramas del método pueden crecer las flores más hermosas. Los grupos humanos que lo comparten, que juntos lo han aprendido, son armoniosos y solidarios. Abiertos, flexibles y curiosos, acogen al recién llegado con naturalidad y le enseñan sin temor los caminos donde resulta fácil encontrarse.
El método es valiente. Se basa en convicciones. Es coherente y fértil. No hay estilo sin método. Tan sólido como elástico, en él se encuentra el pincel para pintar, la arcilla para modelar y el escenario para vivir sin sucumbir a la incertidumbre. Método para estudiar, para producir, para crear... El método no garantiza el éxito, pero lo convierte en memorable.
Guardiola es método en estado puro. Su guardián más exigente. El que lo mira, lo gira, lo adorna y lo luce. El que nunca lo esconde. Pep es pasión de trabajo incansable. De compromiso en la búsqueda de la perfección y la excelencia. Dulce y elegante. Respetuoso y amable. Sus padres piensan que es “un enfermo del fútbol”. Quizás sí, pero enfermo enamorado de un curioso juego que, sin explicación lógica, atraviesa el mundo con un lenguaje común que nadie traduce pero todos entienden.
Guardiola es parco en palabras. Sintético. Ni un pase más de los necesarios. Tampoco menos. Cuando era jugador “con un toque resumía cinco jugadas”, dice Manuel Vicent. Cruyff sembró la semilla de la idea y Pep ordenó lo que llevaba años brotando. Le concedió un discurso, una escalera firme para alcanzar el triunfo. Sin buscarlo desesperadamente. Sin prisas. Perfeccionando el modelo en sus infinitas variantes. Trabajando noche y día. Contagiando intensidad a los suyos. Divirtiéndose y divirtiendo.
Pensando mucho. “Pep piensa hasta cuando duerme. Ya era así de jugador, pensaba más que corría”, afirma Carlos Naval, el eterno delegado que tantas horas pasa a su lado. Tal como ahora hace Xavi, su heredero natural.
Guardiola es humilde por convicción. No es una pose. Es su forma de estar en el mundo. Con lo que más disfruta es con los brotes verdes de la cantera. Sabe que serán su mejor legado: un ramillete de jugadores con el método Guardiola en los genes. Cada año, uno o dos nuevos. Para acompañar al genio de Messi. Para hacerlo posible.
Meticuloso y comprometido, su confianza en el método grabado a fuego en el conocimiento de sus jugadores ha hecho desaparecer los fantasmas que durante tanto tiempo atenazaron al Barça. Ha saldado las cuentas con la historia. El Real Madrid es sólo un rival más. Ha dejado de ser el verdugo inexorable del gol en el último minuto, del penalti injusto que nos “roba” el título... Hoy, el Barça es un equipo siempre reconocible que trasciende pequeños localismos o simbólicas identidades para ser patrimonio universal del fútbol.
Ahora, en un momento en el que faltan referentes que transmitan a las nuevas generaciones los valores del esfuerzo, la pasión y la inteligencia, el método Guardiola es una excelente noticia. Hasta para los del Madrid.

martes, 13 de abril de 2010

Civilizaciones

En Siria, allá por el siglo IV, un tipo llamado Simeón, cansado de las disquisiciones bizantinas que caracterizaban aquella época, decidió abandonar el mundanal ruido. Buscando el máximo aislamiento y ascetismo posibles subió a una columna de 3 metros que encontró en una inhóspita y apartada colina. Allí vivió sus últimos 40 años. Muy a su pesar, aquella radical decisión le acarreó una fama no deseada. Considerándole un santo, cientos de personas acudían cada día para pedirle su bendición, y él desde su humilde pedestal, los echaba con cajas destempladas. Pero, ni con ésas. Bajo la columna pasaron peregrinos de todo el mundo y mucha gente pía decidió emular al que luego fue San Simeón, encaramándose a pilares abandonados en cualquier montículo, decididos a pasar allí el resto de sus días. Esta efímera moda del mundo antiguo, antes de desaparecer en el olvido como le ocurre a todas las modas por muy santas que sean, dicen que llegó hasta Europa Central, donde las inclemencias climáticas hacían aún más penosa la práctica del duro “columnismo”. Luis Buñuel, en su genial “Simón del desierto”, basó en esta historia uno de sus mejores mediometrajes.
Así es Siria. Un cruce de caminos repleto de leyendas, de huellas de cuantas civilizaciones en la historia han sido. El carácter tranquilo, sabio, práctico, esencialmente tolerante, de los sirios no puede tener otro origen. Allí nació la escritura. Por allí pasaron egipcios, hititas, mesopotámicos, griegos, romanos… Conquistaron y fueron conquistados. Aprendieron y enseñaron. Escucharon y contaron. Allí Roma se hizo cristiana y sus templos paganos hicieron hueco a las basílicas bizantinas. El comercio del mundo antiguo tuvo su centro en los puertos de Siria y la Ruta de la Seda la convirtió en el nudo gordiano de Oriente y Occidente. Los cuentos de Sherezade en “Las mil y una noches”, ejemplo de los difusos límites entre la ficción y la vida, todavía se escuchan hoy en los cafés de Damasco leídas por los tradicionales cuentacuentos.
Ningún pueblo conoce mejor que el sirio el inmutable devenir de las civilizaciones: apogeo, crisis y decadencia. Pulsión de destrucción que cada orden nuevo siempre contiene en su seno para emerger más tarde o más temprano, con mayor o menor violencia. Siria sabe de “Eros y la civilización” tanto como Freud y Marcuse. Por eso todo se aprovecha. No importa la procedencia. Vale si sirve. El respeto al que compra y al que vende, al que pasa y al que se queda, trascienden allí religión y política desde los albores de la historia. Mezquitas e iglesias cristianas compartiendo espacios urbanos. Mujeres de riguroso velo y jóvenes vestidas con la modernidad más refinada. República laica en un país profundamente familiar y religioso. Complejidad que resiste mejor al fanatismo islámico que las naciones de su entorno…
Los ojos occidentales tendemos a considerar como bárbaro y retrasado todo lo que no corresponde a nuestra forma de vida. Cada sociedad, cada pueblo, tiene el ritmo de penetración para con los usos y costumbres de las nuevas civilizaciones que su historia y el lugar que ocupa en el mundo le permite y aconseja. Nadie debe violentarlo. Es suficiente con permitir que la suave lluvia del encuentro natural de viajeros y comerciantes sea el reposado catalizador de los cambios que puedan mejorar la vida de las gentes. Sin imposiciones ni choques.
Para terminar, permítanme que traiga a colación, al hilo de los viajes que nos abren los ojos, aquella frase de Antonio Gamero, genial actor de tantas películas españolas: “Como fuera de casa no se está en ningún sitio”. ¡Qué se lo digan a San Simeón!

domingo, 11 de abril de 2010

Amigos de la República



Este año la Fiesta de la Republica en Ourense, está dedicada a Cuca Tovar, una investigadora incansable por la Recuperación de la Memoria Histórica. La elección no puede ser más oportuna. El juez que había decidido suplir desde la justicia las carencias de la democracia española para reparar la memoria de las victimas de la dictadura, va camino del banquillo ante el estupor de la prensa y los juristas internacionales.

El acoso de la ultraderecha ha encontrado en jueces resentidos y en los defectos de forma que la personal forma de ejercer la judicatura que Garzón tiene, una formula para neutralizar al juez y, con ello, dificultar la aún pendiente justicia para con las decenas de miles de personas asesinadas por el franquismo. No es de recibo que cuestionar la ley de amnistia, con base al derecho internacional y a la consideración del genocidio de la dictadura como un crimen contra la humanidad, sea un delito de prevaricación. Puede ser un defecto de forma, pero considerarlo un delito que puede acabar con la carrera de un juez parece demasiado.

Hay quienes están planteando que el juez Varela puede estar, a su vez, cometiendo un delito de prevaricación por la dimensión absurdamente formalista que le ha dado al caso. Si es así y existe forma jurídica de plantearlo, merece ser juzgado por ello. Su auto reconoce el correcto fondo de la instrucción de Garzón, incluso alaba "su encomiable sensibilidad", pero se hunde en un exceso formalista que ya era conocido en este magistrado y que acaba aludiendo a la "imaginación creativa" como la esencia del supuesto delito. La aplicación de las leyes debe tener en cuenta su integración en el marco social y político en el que las normas surgen y despues deben ser aplicadas. Pero ese concepto no existe para Varela.

El integrismo formalista de este juez y algunos de sus compañeros del Supremo han colusionado con los intereses de la ultraderecha y de amplios sectores del PP y su entorno mediático. Vergonzoso lo de la "anomalía democrática" de Cascos que al amparo de la justa investigación por Garzón del caso GAL, conspiró sin escrupulos con Jotapedro y con los policias corruptos para acabar a costa de lo que fuera con Felipe Gonzalez. Increible el cinismo del doberman. Y no debemos olvidar el papel del ponente de la Sala Segunda en la querella contra Garzón interpuesta por la Falange y adlateres. Adolfo Prego es seguidor confeso de las tesis de Pío Moa sobre la pertinencia de la sublevación franquista y adversario público de la ley de Memoria Histórica. Muy neutral, por tanto.

Excelente y muy documentado el artículo de Antonio Elorza: "Varela/ Garzón: la caza"

Esta semana especialmente republicana va a estar repleta de actos y respuestas frente a este ataque al sentido común que se aprovecha de una interpretación de la legalidad para atacar a la razón y a la justicia. Se presentará una querella contra el Juez Varela y se iniciará un encierro de familiares de victimas de la dictadura. En esta recopilación de noticias encontrareis más datos: "Jueces, fiscales y victimas de Franco se movilizan contra el proceso a Garzón"

Por todo esto. este año más que nunca, la participación en los actos de Amigos de la República, tiene mayor sentido. Las entradas para la cena, el programa etc... en el Ateneo, Casa de la Xuventude, Bar Milocho....

lunes, 5 de abril de 2010

A propósito

La aprobación de la Ley de Reforma del presidente Obama ha dado pie para conocer la actual situación sanitaria en EEUU: 46 millones de estadounidenses no cuentan con ninguna cobertura médica, las compañías de seguros rechazan los pacientes con enfermedades graves, una gran parte de las bancarrotas familiares se producen a causa de los pagos necesarios para afrontar un inesperado problema de salud… Difícil de entender a este lado del océano.
Mientras tanto en España disfrutamos de un buen sistema público de salud. Los números nos avalan en apartados de gran relevancia como la expectativa de vida, la baja mortalidad perinatal, los resultados en el tratamiento de los cánceres más frecuentes, la organización de los transplantes… Pero, junto a esos elementos de excelencia, nuestra sanidad tiene graves problemas que muestran su debilidad estructural apenas escondida en un insostenible crecimiento del déficit, estimado en unos 10.000 millones de euros por año. Las listas de espera, la crónica sobrecarga en los servicios de urgencia hospitalarios, el excesivo número de visitas médicas por habitante, la escasa coordinación sociosanitaria, son sólo algunos síntomas de la fragilidad de un magnífico gigante con los pies de barro. Que también necesita reformas de calado. Con urgencia. Y no sólo por la crisis económica, sino por la propia esencia de un modelo excelente y útil hasta este momento que dejará de serlo si no se renueva con contundencia.
Y para renovarse lo primero es decir la verdad. Llevamos años haciendo creer a la población que todo es posible, que nada dejará de proveerse, de inmediato y en la puerta de casa. Pues ya llegó el momento de decir que no es así. Y para poder hacerlo la sanidad tiene que dejar de ser una herramienta de propaganda partidista o de desgaste político del gobierno de turno. Tal como ha comenzado a plantearse en el Pacto Sanitario de esta semana entre el Ministerio y las CCAA. Por ahora de forma insuficiente desde mi punto de vista.
No tenemos sólo un problema económico, también lo tenemos de concepto: más no es siempre mejor en sanidad. Conviene por tanto tomar las decisiones oportunas que no deberían ser sólo recortes en el gasto farmacéutico o simples medidas puntuales de ahorro, sino reformas estructurales basadas en la búsqueda de la calidad y la eficiencia, conceptos sinónimos hoy en día. Y explicarlas sin miedo a los ciudadanos.
Para empezar hay que decir alto y claro que esa batalla no tiene futuro anclados en una estructura profesional funcionarial, donde el mérito y las retribuciones no diferencian el compromiso y los resultados obtenidos. Donde la rigidez administrativa imposibilita imprescindibles cambios en el cometido de las diferentes profesiones que actúan en sanidad. Donde el inmovilismo y una cartera asistencial en la que nada sale y todo entra -sea importante o banal-, amenazan con llenar de números y apariencia de abundante servicio público lo que es sólo rutina deshumanizada y prescindible. Habrá seguro que prescindir de dispositivos obsoletos y caros nacidos al socaire del interés localista y la coyuntura política. Y habrá que gastar más en prevención de salud y en una Atención Primaria resolutiva y responsable, piedra angular de un buen sistema público de salud que no sucumba a la falsa fascinación tecnológica.
La solución no está en la construcción de hospitales con capital privado: otra burbuja de deuda pública que tarde o temprano acabará estallando. Hambre para mañana sin garantizar el pan para hoy. Tampoco el copago arregla nada. Está demostrado que burocratiza más el sistema y su teórico efecto disuasorio sólo se produce si la cantidad a abonar es importante, generando con ello inasistencias graves en los más desfavorecidos.
En salud, lo que no es eficiente no es ético. La inmensidad de las necesidades obliga a elegir. Los recursos que se consumen en un lado ya no pueden consumirse en el otro. Por eso es en la eficiencia donde está el cambio necesario. En el compromiso de todos con la sanidad pública. Hay materia para mejorar, sobre todo si se afrontan reformas estructurales que modifiquen las inercias organizativas y las políticas de recursos humanos.
Antes de que sea tarde. Sin aumentar el gasto. Sin miedo. Con responsabilidad y visión de conjunto. Yes, we can.