miércoles, 28 de julio de 2010

Siria, una puerta para abrir.

Un mundo por descubrir. ¡Tanto en poco espacio, tantas imagenes en la retina! Preciosa galería de fotos de Marga, Yolanda y Pablo. Ciudades, gentes, costumbres, colores, historia presente y viva. Grandes sorpresas. Legados inesperados. Espacios abiertos de encuentro, juegos, conversaciones... El lento paso de las horas. Siria: agradable, tranquila, segura, acogedora... Un viaje imprescindible.


martes, 27 de julio de 2010

Gentes, razas y confesiones

Gentes del Sur, el Este, el Norte. Convivencia y respeto. Razas y diversidad cultural. Confesiones islámicas. Costumbres, ritos y rezos. Suníes, chiíes, armenios, maronitas... Mezquitas, peregrinos, imanes y fundamentalismos.

Arte, belleza y serenidad

Serenidad, luz, inmensos atardeceres. La huella romana. Elegancia que perdura por los siglos de los siglos.

Siria, cruce de caminos

Siria. Nexo de civilizaciones. Guerras, armisticios, culturas que se mezclan. Todo se aprovecha. Nada se despecia.

Roma y la luz del desierto

Palmira. El desierto. La ruina de Palmira. La luz y el cielo permanentemente azul conservan las piedras doradas y detienen el tiempo. El castillo, el paseo de columnas, los templos y las termas. Sensación de soledad e inmortalidad.

Tradición, deseo y modernidad

Miradas doradas. Amistad y complicidad que trascienden el luto. Fotos y rezos. Bolsos y bolsas de la compra en el patio de los Omeyas en la Gran Mezquita de Damasco.

Historia y Civilizaciones

Cruzados. Fortalezas imponentes e impenetrables. El Crac de los Caballeros (Qala´at Salah ad-Din). Las fronteras orientales del mundo bizantino. La Basílica de San Simeón (Qala´at Samaan)

Historias de la ciudad

Calles y mercados de Alepo. El aguador florido, guerrero de la sed. El asno como parte esencial del comercio, verdadero canal para comunicar hombres y culturas diversas.

Niñas de Siria

Velos, viseras, vaqueros, cintas del pelo... Flores, sonrisas y sobre todo alegría.

lunes, 26 de julio de 2010

Esperando

¿Por qué no acudiste a mi llamada?


Te busqué con las manos,

con los ojos,

con el pensamiento,

con la rabia de los olvidados.


¿Pretendes terminar con la esperanza?


¿Te escondes como el silbo vulnerado?


Deseo tanto tu presencia

que sobran las palabras.


Los versos se escabullen

en los dedos.

sábado, 24 de julio de 2010

Una habitación sin vistas

Así describiría el debate sobre el estado de la nación de la semana pasada. Sin nadie capaz de abrir una ventana al futuro que muestre un paisaje esperanzador. La sensación general es de intemperie y ya son evidentes en la ciudadanía signos de paulatina adaptación a la crisis económica que amenaza con prolongarse largo tiempo, afectando de una u otra forma a las expectativas personales de más de una generación.
El PP no aporta nada más allá del “quítate tú para ponerme yo”. Si alguna duda quedaba de su estrategia en negativo, el discurso de Rajoy debería bastar para despejarla. Por su parte, la izquierda se ha quedado ante la crisis sin una respuesta diferenciada. Así que para la socialdemocracia gobernante, no queda más remedio que dejar a un lado los referentes ideológicos y centrarse en recortar gastos para conservar en la medida de lo posible el estado del bienestar y las prestaciones sociales. Sin ocultar, a estas alturas de la película, el riesgo que corren. Tragando para ello las recetas del poder financiero globalizado -el único poder real a día de hoy-.
En este escenario ya consolidado, liberado al fin de buscar conejos en la chistera y habiendo asumido en los últimos meses que sólo le queda este camino -muy distinto al deseado-, Zapatero se creció en el debate, se sintió a gusto en la confrontación, tuvo en todo momento la iniciativa en las réplicas y volvió a superar a un Rajoy más flojo que nunca. Por eso resultó creíble cuando dijo que afrontaría las reformas “por el bien de España, le costara lo que le costara”. ZP sabe que la única hoja de ruta posible para su futuro político y el del partido que lidera es gobernar, olvidándose por ahora, de cualquier tipo de consideración electoral.
Una lástima que ese cambio de discurso -realista y llamando al trabajo y al sacrificio de todos- no hubiera llegado hace al menos un año. No hubiera evitado el incremento del paro y la deuda, pero hubiera preparado al país para comprender mejor las duras medidas que debieron tomarse y las que aún nos esperan. Ya hace tiempo que la petición de “sangre, sudor y lágrimas” debió llegar nítidamente a los españoles. En todo caso “más vale tarde que nunca”: ese es el clavo ardiendo al que ZP tiene que agarrarse.
Es cierto, por tanto, que lo que más le conviene a España en este momento coincide objetivamente con el interés del PSOE. Una importante ventaja que el PP no ha sido capaz de medir, tal como se desprende de su estrategia política de los últimos meses. Da la sensación que la crisis de las “deudas soberanas” de Mayo le cogió a contrapié y no ha sabido matizar su discurso. O lo que es peor, ya hace tiempo que ha renunciado a hacerlo.
Un desastre, Rajoy. Ni un sólo análisis de la situación. Una intervención mediocre y escasamente trabajada, sin el rigor intelectual exigible. Un único argumento: la perdida de confianza en ZP. ¡Como si la del propio Rajoy fuera mucho mejor! Una única táctica -la misma de siempre-: denigrar al presidente y culparle de todo. Una única propuesta: elecciones anticipadas. Una simplista huida hacia adelante. La peor de las opciones para un país con reformas estructurales a punto de concretarse. Demasiado lineal para aportar ilusión o expectativas de mejora en la acción de gobierno. Un nivel tan bajo que debería hacer reflexionar a la derecha española sobre si continuar con el mismo líder y la descalificación personal como táctica inamovible.
Mal panorama económico y político para España. No es tiempo, en todo caso, para vencedores o vencidos, encuestas, elecciones y otras milongas. Lo que ahora toca es trabajar cada uno en su puesto para encontrar la ventana del futuro. Aunque para ello haya que acabar llamando a Del Bosque.
Este es el artículo publicado el viernes en La Región.
Como otra forma de verlo, os recomiendo el divertido memorando imaginario del ficticio Departamento de Estrategía del PP. Luis Arroyo escribe: "Cuidado, Mariano que se nos nota". En la carta le aconseja, como veréis, "trabajar algo más" y "dejar ver que su enemigo no es ZP, sino la crisis".
Y desde una posición más analítica y seria, la opinión para mí siempre interesante y lúcida de Antón Baamonde, más díficil de seguir para los que no vivís en Galicia. Con el titulo "El PSOE, en peligro" reflexiona sobre el riesgo de desafección estructural a la socialdemocracia y las ventajas para ese partido y sobre todo para el PSdG de unas elecciones generales anticipadas. Sobre esto último discrepo claramente, pero sus razonamientos merecen la pena.

martes, 13 de julio de 2010

Alegría

En ella estamos desde el domingo. Con una sonrisa idiota que no se nos va de la cara ni cuando dormimos. ¡Que no nos la toquen!, decía Forges en su chiste de ayer.
"La alegría ni se fabrica ni se negocia y es tan cara que no se puede comprar con dinero. Por eso es preciso disfrutarla, paladearla lentamente, dejar que la boca se impregne con su efímera y omnipotente dulzura. Gracias, Roja." El párrafo es parte de la magnífica columna del lunes de Almudena Grandes. La que a mi modo de ver mejor refleja el estado de ánimo de este país. Es verdad que el fútbol no arregla nada, pero, al menos por unos días, nos ha devuelto la Alegría.
Toda la selección debe ser destacada y su entrenador el primero. Don Pantuflo Zapatilla ha demostrado el valor de la sencillez, la paciencia, la tolerancia y la mesura. A muchos españoles les gusta este tipo de gente. Pero permitidme que primero me refiera a Xavi, el faro del grupo y a Gusi Luz Iniesta, el futbolista ingrávido, eternamente pálido y transparente. "Dos genios al servicio del método", escribía el domingo José Samano en El País. Esta vez interpretaron el método Del Bosque, antes el de Guardiola y mañana el que toque. Ellos nos permiten presenciar con tranquilidad los partidos, incluso a los que teníamos el miedo culé en el ADN del cuerpo. Con la convicción de la victoria. Disfrutando del poderío de Piqué, de la serenidad y el sacrificio de Busquets y Xabi Alonso, de la plenitud física de Pujol y Ramos o de la fe de Casillas y Villa. Gracias de nuevo, Roja.
Definitivamente han sido días de buenas noticias. Un importante número de presos políticos cubanos están siendo liberados estos días. Es justo reconocer la labor de la Iglesia cubana y el buen oficio de Moratinos, un excelente ministro que además es del estilo de Don Vicente: una buena persona. Y las buenas personas no se creen mejores que nadie, no necesitan cargarse de razón ni rasgarse las vestiduras ante los supuestos pecadores. Lo suyo es trabajar sin alharacas, sin entrar al trapo de las provocaciones y conseguir, al final, mejorar la vida de la gente. Grande, Moratinos. Como pequeño es Fidel Castro, que ahora reaparece hablando de Irán y Palestina, mientras tiene a su gente bloqueada y sin horizonte por su soberbia.
Verborreas y sospechosos silencios. Algunos lo mejor que pueden hacer es callarse. Como el PP en la corrupción valenciana. Ahora llega el caso Brugal (¿con limón?) con el que el presidente de la comunidad y ya dos de los presidentes de las tres diputaciones, están imputados por cohecho, fraude y tráfico de influencias. Pero ¡vuelven a hablar de conspiración de la policía de Rubalcaba! ¡Para eso hicieron un Código Ético! ¡Para no asumir responsabilidades políticas hasta que la última instancia judicial los declare culpables dentro de unos años cuando ya todo esté olvidado! Tras la senda de Carlos Fabra.
Y mientras tanto, la mejor defensa es siempre un buen ataque. ¡Una vergüenza! Ofende a la inteligencia que nos intenten vender brujas que cazan, como hicieron al inicio de Gürtel, con el 11M, etc, etc… Sobreviven en el ruido.
Y crecen en el silencio. Buscan que el olvido les redima. No hace mucho que recogieron firmas por todo el país contra Cataluña, promovieron el boicot contra los productos catalanes y alertaron de nuevo con “la España rota”. Pero ahora Rajoy no responde a las preguntas que no le interesan. No quiere hablar del Estatut, de Brugal, ni de otra cosa que no sea apartar a Zapatero del poder. Y para ello necesita los votos de Cataluña y posiblemente a CiU. Una táctica tan burda que parece pensada para imbéciles. Y no creo que lo seamos. ¡Ojalá ese silencio culpable les aplaste! Excelente decisión la de los reporteros de RTVE, de no acudir a ruedas de prensa que no acepten preguntas, glosada en un divertido artículo por Juan Cruz.
Más que nada para que ese método ruín no se instale definitivamente entre nosotros. Aunque es posible que ya lo esté. Suso de Toro en su artículo semanal, que esta vez titula “Un traje muy muy largo”, dice: “Los principales problemas políticos de la España contemporánea tienen relación con la construcción de la derecha sobre su núcleo posfranquista. Resumiendo, hablamos del fracaso de la UCD que le permitió al PSOE una década comodísima en el gobierno, hasta que aquel joven falangista reconstruyó esta dura derecha”. Uno tiene la impresión de que algunos de los nuevos dirigentes del PP (Soraya, Cospedal, incluso el propio Rajoy) estarían predispuestos a buscar otros caminos, pero esta dinámica destructiva -que igual vale cuando se está en el gobierno o en la oposición-, les abduce y les atrapa. La verdad, han llenado el camino de tantas trampas que no hay solución a medio plazo para este grave problema estructural que afecta desde inicios de los noventa a toda la política española. Nada puede ser normal así y es poco menos que imposible hacer como si no estuvieran. Pero si en fútbol lo hemos conseguido y hemos pasado de “la furia” al método, también podemos hacerlo en la política. Para dignificarla y acabar con la creciente desafección de la gente.
Para ello el ingrediente más importante es la generosidad. Parece que no da resultado a corto plazo, pero lo acaba dando cuando menos lo esperas. Como en el fútbol, hay que perseverar. Un magnífico ejemplo de nuevo es Angel Gabilondo, ministro de Educación de España. Hace unas semanas, mientras Esperanza Aguirre le echaba a ZP (¡cómo no!) la culpa de la huelga en el metro, se debatían en el Congreso las medidas a adoptar tras el fracasado Pacto por la Educación. Cuando los diputados populares le echaban en cara al ministro las desavenencias que lo hicieron imposible, él les dijo: “Considérenme culpable. Teniendo ustedes un culpable ya nos podemos poner a trabajar como es debido”. Grande, Gabilondo. Muy parecido a Don Vicente.
Algien dijo que, en la vida, cuando tenemos un problema, en lugar de buscar culpables lo que hay que hacer es buscar caminos. Así lo hicimos después de perder con Suiza y ya sabeis como hemos acabado. Con esta sonrisa floja y llenos de alegría.

domingo, 4 de julio de 2010

El chico del metro

Barcelona, hora punta en una de las líneas más transitadas del metro. Apenas queda sitio en el vagón para más viajeros. En una esquina, aprovechándola al máximo, un chico de unos veinte años, lee un libro ajeno al tumulto que le rodea. Absorto en un mundo propio e intransferible. Mientras le observo pienso que el acto de leer delimita para él un espacio íntimo, infranqueable, de su absoluta propiedad. Recuerdo haber tenido la misma sensación con otras personas leyendo, en los aeropuertos sin reparar en el trajín de las llegadas y las salidas, o tumbadas plácidamente en la arena de una playa atestada de bañistas.

Poco a poco el gentío, en las sucesivas paradas, fue desalojando huecos que, sin pretenderlo, me fueron acercando al chaval. En las paredes de las estaciones proliferaban los carteles publicitarios, buscando animar al consumidor con sencillos y directos mensajes. En las portadas de los periódicos de aquel día, los titulares no dejaban lugar a dudas. La línea de opinión sobre la noticia principal era clara y rotunda. En aquel vagón, el diálogo abierto y sin condiciones previas sólo habitaba en las páginas del libro que el chico leía.

Pensé también que no importa el lugar ni el entorno para quien se está formando en las palabras que lee, para quien construye un mundo propio apoyado en las diversas y cambiantes formas de organizar las frases que el escritor dispone. Todas las ideas que tenemos, todos los sentimientos que experimentamos están anclados en las referencias de alguien que nos precedió y supo contarlo. Todos somos producto de lo que leímos, vimos o escuchamos. Y somos mejores cuantos más territorios complejos y diversos hemos transitado. Miré al chaval y me pareció limpio y generoso. Su imagen, entre la marabunta despersonalizada de aquel no lugar, simbolizaba la esperanza frente a los dogmáticos que pretenden imponer desde la simplicidad, frente a los cínicos que ocultan su cobardía ridiculizando a los que pugnan por un mundo mejor, frente a los inquisidores de la pureza inmovilista...

La casualidad hizo que, despejada la masificación de las estaciones del centro de la ciudad, el chico y yo acabáramos sentados en asientos próximos. Con ello pude apreciar que estaba leyendo poesía. Nada más valiente que el ingobernable matiz del poema frente a la normalización de las palabras gastadas. Hay cosas de las que sólo se puede tener conciencia desde el lenguaje de la delicadeza.

Llegan días de vacaciones, viajes y libros para poder mirarnos desde fuera. Momentos de sosiego para recapitular. Cuando uno se aleja del escenario habitual, aunque no salga de su casa, ese recorrido le hace recuperar la justa medida de las cosas. Al menos de vez en cuando, conviene observar el yo desde el prisma del mundo. Al revés de lo que hacemos cada día. Al contrario de los que dicen estar de vuelta de todo: charlatanes aburridos capaces de pontificar con palabras huecas sobre lo divino y lo humano.

Viajar y leer, antídotos contra la prisa que hace que todo se mueva a nuestro alrededor mientras nosotros nos quedamos parados. Momentos para detenerse y observar: libros, paisajes, ciudades nuevas que nos empujan a despegar la máscara que usamos a diario para soportar la mirada del otro. En espacios donde nadie nos conoce y a nadie debemos seducir o conquistar, es más fácil caminar despacio. Y la lentitud del verano puede ser la profundidad de la que escapamos el resto del año.

Leer y viajar. Disfrutando del silencio. Encontrando gente con quien callar juntos, incluso en lugares tan ruidosos como el vagón de un metro.