domingo, 26 de septiembre de 2010

Gente necesaria

Es el título del poema que un amigo me envió hace unos días. Habla de “que hay gente que con sólo decir una palabra llega a todos los límites del alma, alimenta una flor, inventa sueños, hace cantar el vino en las tinajas y se queda, después, como si nada”. Una perfecta definición de José Antonio Labordeta.
Le conocí una tarde de invierno en Zaragoza, allá por los años setenta, con el cierzo entrando por las ventanas rotas de un viejo pabellón de deportes. Yo acababa de atravesar la translúcida adolescencia y aquel día se acabaron los paños calientes. Cantando a guitarrazos, con su vibrante voz me convenció de que el futuro debería ser mejor que el presente y que a mi también me tocaba construirlo, aunque “ni tu, ni yo ni el otro lo llegáramos a ver”. Aún no he olvidado esa fórmula tan aragonesa, generosa y despegada de entender la utopía. Labordeta se murió persiguiéndola, y a estas horas ya habrá entrado en alguna tierra -o en algún cielo- donde “ponga libertad”. Allí se quedará, inquebrantable, vertical y valiente por los siglos de los siglos.
Y es que el abuelo era más verdad que “el polvo, la niebla, el viento y el sol” de su Aragón querido. Y más consistente que el “Dios del Moncayo” al que, cantando, acusaba de haber dejado de ampararle. El abuelo decía siempre lo que pensaba y pensaba lo que decía. Sin buscar protagonismos, con la naturalidad de los que nada buscan para sí mismos. Cantamos tantas veces y tan fuerte, mis amigos y yo, sus canciones en los bares, en la calle, en la Zaragoza de la transición, que aún no me explico como a más de uno no le estalló alguna de las venas del cuello. Con su banda sonora nos hicimos mayores y mejores.
La gente necesaria es aquella que, como los buenos espejos, te devuelve una imagen de ti mismo que te hace sentir bien. Labordeta lo conseguía siempre. Nunca tuvo orquesta, le bastaba una guitarra, tres palabras sencillas y la pasión que las envolvía: agua, tierra, libertad... De andar pausado, sabio y bondadoso, jamás fue de sobrado o de famoso ni resultó arrogante o condescendiente. Un tipo de fiar, con la nobleza del que nada oculta porque nada tiene para ocultar.
Nunca creyó en la jerarquía ni para ejercerla ni para soportarla. Pacífico y libertario, sin pretenderlo, se metió en el bolsillo tanto a los ciudadanos que compartíamos sus posiciones políticas como a los que se encontraban en sus antípodas ideológicas. Divertido y socarrón, hizo memorables programas de radio: aún recuerdo la tarde en la que lamentó públicamente que, en la tele, los hombres y las mujeres del tiempo taparan siempre, en el mapa de España, a Murcia con el culo. No conozco a nadie que no hubiera estado encantado de tomarse una caña con Labordeta, contemplando pasar el silencio del Ebro o de cualquier otro de los ríos ibéricos cuyas orillas recorrió caminando, con su mochila a la espalda.
“Esta tierra es Aragón, al norte los Pirineos”: allí sus cenizas esparcidas al viento, deben estar ahora cantando jotas para alegrar el corazón de los pocos pastores que aún quedan por esos pagos.
Gente necesaria, “que pone la mesa, reparte el puchero y coloca las guirnaldas”, continúa el poema. Gente que intenta que las cosas marchen, que las aceras se estiren, que todos vivamos mejor... Y que puede equivocarse o no, pero que, cuando vienen mal dadas es capaz de apartarse un tiempo del camino, para que los demás sigan trabajando en paz. Andrés García Mata, tu también eres gente necesaria, aunque cantes peor que Labordeta. Los que te conocemos – ellos también te conocen, eso es lo más triste- no tenemos duda alguna de tu honradez inquebrantable. ¡Lástima de la gente prescindible que no mira a los ojos, que se esconde en la paja del otro para ocultar su viga! Ellos no son gente necesaria.

viernes, 17 de septiembre de 2010

El desierto florecido

Situado en el norte de Chile, el desierto de Atacama es el más árido del planeta, con temperaturas extremas y variaciones de hasta treinta grados entre el sofocante día y la gélida noche. La lluvia es tan escasa que muchos de sus habitantes no han visto llover jamás. La media anual de precipitaciones se calcula en unos 30 milímetros cúbicos. Lo más parecido a Marte sobre la Tierra.
Nada sabía de ese lugar hasta que mi amigo chileno Orlando Saavedra me habló de la belleza y el magnetismo de aquellos inhóspitos parajes, tan intolerables para la vida de los seres humanos como llenos de prodigios, leyendas e historias increíbles. El subsuelo es muy rico en minerales -oro, plata, cobre…-, así que por esos pagos casi todos viven de la minería. Son seguramente los mejores mineros del mundo. Muchas de las técnicas que se hicieron famosas en los años de la fiebre del oro en California, fueron desarrolladas por los hombres de Copiapó, la capital de Atacama. Los atacameños aprenden desde niños a buscar en las piedras el sustento y hasta que mueren no dejan de horadar la tierra en la esperanza de encontrar al fin la dorada veta de sus sueños. Gente especial, acostumbrada a vivir deprisa, dejando a un lado la muerte que cada día les pisa los talones en la oscuridad.
Allí, bajo la tierra reseca, treinta mineros se aferran hoy a la vida, después del hundimiento de la mina en la que trabajaban. Un milagro del desierto los convirtió en héroes y desató una corriente de incontenible alegría por todo el país. En estas semanas, excéntricos empresarios y contratistas que antes les racaneaban los salarios, envían generosos donativos para poder participar de la gloria en esta inesperada epopeya nacional chilena. Un ejército de psicólogos e ingenieros se ha instalado en la paramera para ofrecer sus servicios. En los alrededores de la mina se han erigido imágenes de todos los santos del lugar: San Expedito, la Virgen de la Candelaria, y por supuesto San Lorenzo, el patrón de los mineros.
Y en este entorno de spaghetti western, brotan historias que para ellos quisieran Vargas Llosa o García Márquez. Puro realismo mágico en la vida real. La amante clandestina de Carlos Barrios ha conocido a la esposa oficial y las dos lloran y rezan juntas. En cambio, Marta Salinas y Susana Valenzuela, las dos mujeres de Yonny Barrios –una de hecho y otra de derecho- se pelean cada día en público por el dinero de las donaciones recibidas. Un cardenal católico ha traído 30 rosarios bendecidos por el Papa y un pastor evangélico, 30 minibiblias. Ambos intentan colar el material por los pequeños tubos de comunicación con el interior, mientras los mineros lo que piden es algo de tabaco y vino para resistir las largas horas que les quedan para la liberación. Hasta la NASA anda por allí.
Historias de un desierto que, olvidado del mundo, ha decidido llamar la atención. Ya unos días antes del accidente, a primeros de agosto, habían caído del cielo unas pocas gotas de lluvia. En Mayo también llovió. En pocos meses, más de lo que suele hacerlo en todo el año. Suficiente para el subsuelo de Atacama donde siempre hay vida esperando una oportunidad. Semillas de lirios, cebollinos, botones de alforja, patas de guanaco y otras 200 especies de flores han despertado de un letargo de años a medio metro de la luz, para germinar y hacer florecer un paisaje desolado desde 1997. Igual que a los mineros, les queda poco tiempo para alcanzar la superficie antes de que las altas temperaturas las marchiten. Dicen que cuando este desierto florece, lo que ocurre sólo cada 15 o 20 años, no hay color ni perfume en el mundo que pueda compararse con él.
Dos carreras contra el reloj en un paraje prodigioso. Una pena no estar allí para poder presenciar los dos finales felices que van a producirse. Para ver ese desierto doblemente florecido.
Este es el artículo publicado en el periódico. Pero no me resisto a añadir, para los amigos, la historia de la flor más bella del desierto florecido de Atacama, la añañuca. Tiene forma de lirio y es de color rojo. Recibe el nombre de una legendaria princesa inca así llamada. Dicha princesa se enamoró locamente de un joven conquistador español. Al parecer su amor se vió correspondido y ambos decidieron unir sus vidas para siempre. Pero los capitanes, escandalizados de ese amor entonces "antinatura", destinaron al soldado a la vecina Perú. Añañaca le siguió llorando, descalza por el árido desierto, hasta morir. Y sus pies sangrantes dejaron un rastro que tiñó el desierto de rojo, tal como lo hace la añañuca cuando florece.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Cargados de razón

Cuando así nos sentimos, dejamos de ser ecuánimes y eliminamos toda posibilidad de comprender las razones del otro. Que siempre tiene su parte de la verdad. Alguien dijo que el mundo se divide entre los que lo miran en blanco o en negro y los que transitan por la escala de grises. Estos últimos, a diferencia de los primeros, no necesitan cargarse de razón.
Hace una semana, en estas mismas páginas, un habitual colaborador del periódico, al que por otra parte tengo en muy buena estima, opinaba sobre las ONGs al hilo de la liberación de los cooperantes catalanes en el Sahel. En su apresurado análisis, etiquetaba a muchas de ellas como un conjunto de “inxenuidade redentorista etnocéntrica” y “espiríto burgués aventureiro”. Cargado de razón, abogaba por que las labores de ayuda al tercer mundo las asumiera íntegramente el Estado y, al tiempo, acusaba a estas organizaciones de acudir a él siempre que había dificultades. Una clara contradicción de la razón cargada, a la que añadía la excepción de la iglesia católica, quién, según él, actuaba a diferencia de las otras ONGs “sen paternalismos nin inxenuidades”.
Vivimos tiempos en los que parece obligado opinar sobre los temas de forma rápida y rotunda, empujados por las sensaciones más simplistas y, por tanto, más maniqueas. A eso se le llama ahora ser políticamente incorrecto. Primero se define la posición a argumentar y luego se engarzan los argumentos y se cargan las razones. Con lo que éstas son balas contra el que opina diferente, en vez de puentes para un análisis que pueda ser compartido: menos “aparente”, más aburrido quizás, pero siempre más útil y ajustado a la realidad.
La multiplicidad de ONGs es enorme y su tarea imprescindible en un mundo que dedica un porcentaje pírrico de sus presupuestos a restablecer la justicia con los más desfavorecidos. En ellas hay de todo, como en botica. También burgueses y paternalistas. Pero la inmensa mayoría de sus integrantes –católicos o no- dedican parte de su vida y su tiempo a la imprescindible tarea de la cooperación, sin esperar nada a cambio. No es de recibo analizar de forma tan simplista sus motivaciones. Sólo puede hacerse desde el desconocimiento de la materia. Algo a lo que estamos expuestos los que tenemos la peligrosa costumbre de poner negro sobre blanco cada semana nuestras reflexiones. Un pecado que debe ser perdonado sin penitencia alguna –Elvira Lindo pedía a sus lectores que “no dispararan nunca al indefenso columnista”-, pero que en este caso, un servidor se siente obligado a no dejar pasar, con todo el respeto, sin las necesarias matizaciones.
Reflejos de una época en la que, como Alberto Manguel afirma en su magnífico libro “La ciudad de las palabras”, “los valores de la superficialidad, simplicidad y rapidez son absolutos”. Así que en vez de cargarnos de razones no contrastadas, convendría volver a la “lentitud” del conocimiento, evitando la opinión impulsiva, arrastrada por cambiantes y aleatorias corrientes. ¿El hecho de ser catalanes los cooperantes, en vez de por ejemplo extremeños, habrá influido en la valoración que han hecho de las circunstancias de su liberación "influyentes" medios de fuera de Cataluña?
Volviendo a Manguel, frente al “elogio de la facilidad” están la profundidad y el rigor para adentrarse sin prejuicios en los temas que nos ocupan. Sin buscar las adhesiones viscerales y el aplauso fácil que concita la aparente incorrección de la simplicidad indocumentada. Dicho de otro modo, es hora de buscar tratamiento para esa enfermedad del oído contemporáneo que no sólo nos impide escucharnos los unos a los otros, sino que además no nos deja enterarnos de lo que en realidad está ocurriendo. Cuyo síntoma más relevante es la necesidad de cargarse de razón para sentirse confortado y falsamente seguro en la oscuridad que, con frecuencia, nos rodea.
Este artículo fue escrito y publicado en La Región de Ourense como una reflexión de carácter general, "inducida" por un artículo publicado el 4/9/2010 en el mismo periódico sobre las ¿ONGS? en el contexto de la liberación de los cooperantes. Otros muchos peores y con mucha peor intención hablaron de "turismo solidario" y otras lindezas... Este no va más allá de una opinión a mi modo de ver simplista y errónea. Fácil opinar desde la seguridad de casa, con la conciencia cubierta al cargar al estado con la responsabilidad de cooperar (eso si que es lo del "papá estado"). Pero juzgar desde la banalidad -y la falta de valor o generosidad para trabajar en persona por los mas necesitados, más allá de dar algo de dinero en el cepillo de misa o en la hucha del Domund-, me parece inadmisible. Al menos deberían tener la decencia de callarse.
En cualquier caso, lo que quería decir realmente, lo digo en el primer párrafo y en el último. No me gustan los que se cargan de razón. Cuando lo hacen generalmente no la tienen.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Tres artículos, un microrelato y una noticia

Procedentes de la lectura reposada de la prensa en un magnífico fin de semana de las Rías Bajas.

1) "Clases a la boloñesa" de José Lázaro. Sobre la oportunidad del modelo Bolonia para acabar con los anticuados métodos de enseñanza universitaria, basados en las clases magistrales o soliloquios que los profesores repiten cada año más o menos igual y de los que "los alumnos toman apuntes de lo que logran escribir de lo que que consiguen entender de lo que el profesor ha dicho." El autor propone hacerlo al revés y comenzar "la lección" con un texto escrito por el profesor que los alumnos leen primero y en las clases se comenta y discute. Una formula interactiva mucho más útil, a la que muchos profesores y alumnos se resisten. Los primeros porque es más cómodo, no obliga a tener capacidad para responder a cuestiones o enfoques imprevistos y además activa su narcisismo al sentirse escuchados durante una hora por un ramillete de jóvenes más o menos deslumbrados por su "brioso verbo". En cuanto a los alumnos, el profesor de Humanidades de la Autónoma de Madrid, mete el dedo en la llaga al considerar el metodo tradicional de clases "pronunciadas" como una de las causas del grave problema de entendimiento y capacidad lectora de nuestros jóvenes, cuya consecuencia más importante es el empobrecimiento intelectual que nuestra sociedad sufre.

2) "El aborto en España visto por un católico belga" de Pablo Simón, profesor de Bioética de la Escuela Andaluza de Salud Pública y hermano de nuestro amigo y compañero David. Una reflexión sobre la falta real de separación en nuestro país entre Iglesia y Estado, no solo en lo evidente sino en lo profundo: "La influencia de lo católico sobrepasa en España los límites de lo aceptable en una sociedad pluralista y democrática". En el texto destaca el significado de la previsible postura de uno de los magistrados "progresistas" del Tribunal Constitucional en la votación sobre el recurso del PP a la nueva ley del aborto. "Una conciencia cívica debería poner entre parentesis para los funcionarios públicos sus presupuestos morales cuando deben tomar decisiones en el ejercicio de su función". En el artículo dice cosas tan claras y sensatas como "sus actuaciones sólo deben basarse en la ética cívica y en la ley". Y afirma que "no entender ni aplicar estos conceptos es un ataque frontal al pluralismo, al bien común y a la esencia misma de la democracia."

3) Cambiando de tercio, un divertimento dedicado a todas las amigas y amigos. A los que recomiendo se afilien al PPP. O al menos que se hagan simpatizantes, o mejor practicantes. Una columna de verano de Luz Sánchez Mellado: "Líder del PPP".

4) Un nuevo encuentro con Héctor Abad Faciolince. En esta ocasión en forma de microrelato erótico estival: "GRITO CIEGO". O de como Lucrecia "se venía a chorros".

5) Y para acabar... las declaraciones, "celebrando que el 90% del territorio quemado era monte bajo", que ponen el broche final al papelón de Alberto Nuñez Feijóo en el verano de incendios en Galicia, sus vergonzantes ausencias y su profundo desconocimiento de la materia. Adega: "El monte bajo quemado en Ourense es el hábitat del águila real y el lobo"

Buen regreso al curro y os recuerdo que el sindrome postvacacional no existe.

La leal oposición

Este concepto fundacional, nacido en los albores de la democracia en el Reino Unido, es el equivalente en español de Her Majesty's Loyal Opposition. Ya por aquel entonces, la lealtad se consideró un elemento indispensable en el juego democrático de la oposición. También en el siglo XIX, en la ciudad de Filadelfia, un grupo de ciudadanos contrarios al gobierno municipal, definió así lo que entendía como su papel: “nuestra misión es ofrecer alternativas, opiniones y soluciones a los problemas que nos afectan, fomentar foros para el libre flujo de ideas y el desarrollo de políticas que avancen en el objetivo de garantizar un mundo mejor, un gobierno más eficiente y menos corrupto que responda a las necesidades de la ciudadanía a través de una vigorosa oposición, leal con el statu quo y, al tiempo, de utilidad pública”.
Tras este recuerdo histórico de las bases de la democracia, volvamos a la España actual y reparemos, por ejemplo, en algunas de las frases pronunciadas estos días por la oposición al hilo de la liberación de los cooperantes secuestrados en África. Como la de Gustavo de Arístegui, portavoz de Exteriores del PP: “el gobierno español alienta y financia la industria del secuestro y el crimen; es una rendición del estado de derecho”. No hace muchos meses, Soraya Sáenz de Santamaría presentó de forma parecida el final del caso “Alakrana” resuelto con la vuelta a casa de los pescadores retenidos. Cualquiera podría cabalmente preguntarles: ¿y ustedes qué hubieran hecho?, ¿permitir que los asesinaran?, ¿enviar una expedición militar para su rescate? Sin respuestas claras a estas claras preguntas, esas manifestaciones y la utilización partidista de estos temas no son compatibles con la obligada lealtad de la oposición. Y ese tipo de actitudes debería tener consecuencias.
También hace poco, concretamente el día en el que Jose María Aznar se presentaba, con el ardor guerrero que le caracteriza, en la frontera de Melilla para “suplir la ausencia" de un gobierno que en ese mismo momento estaba intentando resolver, a través de la diplomacia, el conflicto fronterizo con Marruecos de todos los agostos, encontré en Internet un artículo que hablaba del “aikido” y la democracia. Me pareció sugestivo y pertinente, por eso lo traigo a colación. El aikido es un arte marcial japonés que aprovecha el movimiento del atacante para conseguir una defensa armónica, inteligente y exenta de riesgos. El “aikidoka” no necesita tener gran fuerza física, ya que su técnica le permite reconducir la energía y el impulso de su oponente para ganar el combate.
Pues bien, el artículo en cuestión comparaba el reparto de papeles durante el entrenamiento del aikido y las acciones que deben realizar los miembros de la leal oposición en democracia, enfatizando la importancia del conjunto de reglas no escritas que orientan y protegen a los participantes en los duelos, permitiendo entre ellos una tensión rica y creativa. Nada más distinto, diría yo, a lo que día a día presenciamos en la vida política de nuestro país. ¿A alguien se le ocurre algo más burdo que el espectáculo de las raices valencianas a las que quieren aferrarse Camps, Fabra y el abundante tropel de cadaveres politicos en aquella comunidad? ¿O algo más patético que mantenerlos en el poder para que, imitando al Mío Cid en la batalla de Valencia, ganen las elecciones después de muertos? Con independencia de los avatares judiciales que se produzcan, ese estilo de gobernar, ese “modus operandi” en los asuntos públicos, el populismo casposo y ramplón de aquel “cortijo político”, merecen que una oposición leal consigo misma termine cuanto antes con el esperpento que cada día desprestigia más a quién lo sostiene.
En democracia, tan necesaria es una leal oposición como un buen gobierno. A ambos por igual deben juzgar los ciudadanos. Seguro que lo harán en su momento.
Para los que leyeron el artículo el viernes pasado en La Región, disculpas por el gazapo de la redacción al entremezclar en inglés el texto de los ciudadanos de Filadelfia, dificultando la comprensión del mismo.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Ceuta

Que no teman las mejillas sonrosadas

al murmullo que sale del desierto.

No se marchitarán vuestras miradas,

una valla os tiene bien cubiertos.

Pensamiento dormido, cuento de hadas

en una tumba de corazones muertos.

Por las ondas vendrán, silencio ciego,

con su ruido traerán amor y fuego.