jueves, 29 de marzo de 2012

Tela de araña

Tela de araña de José María Pérez Álvarez ("Chesi"). Editorial Trifolium. Litterae.


Cada vez que paso por la escalera de la entrada del Liceo de Ourense (lugar donde se presentó la novela) no puedo por menos que recordar y sonreír por la mortal y cinematográfica caída en cámara lenta del socio y rival del anciano protagonista en “La estaciones de la muerte”, la primera novela larga que José María Pérez Álvarez publicó. Hay bastante de mi paisano Rafael Azcona en la obra de Chesi. También en Tela de Araña. Ese “humor oscuro”, más que negro, tan divertido y tan nuestro.

Para empezar, diré que leer lo que escribe un amigo supone una perspectiva añadida a la lectura, digamos neutral. Y que quizás refuerza alguna de sus claves. No sé…, pero al menos espero no ser demasiado "húngaro" para mi amigo.

No soy un experto, ni mucho menos, en literatura ni, por tanto, el más indicado para analizar o enjuiciar una novela. Pero puedo decir que me he divertido mucho subrayando cosas mientras leía y escribiendo comentarios propios en los márgenes. Es una forma distinta y muy reconfortante de leer que les recomiendo, si es que ya no lo hacen habitualmente. Me he reído mucho con “Tela de araña”, he reflexionado, me he encontrado reflejado en algún momento de sus personajes, he aprendido con sus referencias literarias a pie de página y me ha mantenido enganchado en 3 tirones hasta terminarla. Y hubiera seguido por unas cuantas páginas más porque esta novela no es sólo una historia. La historia, en ella, es sobre todo un pretexto. Por tanto un final al uso no es imprescindible. Tanto es así que en el penúltimo párrafo llega a afirmar: “ningún escritor (yo añadiría que ningún cineasta, pintor o artista en general) debería insertar la palabra fin en su obra. Esa palabra la agota, la decapita.”

No es “Tela de Araña”, como antes he dicho, una novela convencional. Es arriesgada, compleja, literariamente incorrecta diría yo, descarnada en ocasiones, transgresora también. Pero sin buscar la provocación forzada y efectista como bandera de enganche. Me parece sobre todo una novela honesta, como honesto es Chesi.


Está trabajada al máximo, con el autor entregado en cada capítulo al, como él llama, “gozoso oficio” de escribir. Con el que viene, en el mismo paquete, el dolor de la creación. Porque como el poeta Guillermo Gal Cosío le dice a su amigo narrador Rábade Expósito: “la literatura es exceso y si no, es burocracia.”


Y quizás por ese exceso necesario la novela se desnuda en cada párrafo (en algunos incluso literalmente), se desnudan los personajes y el autor seguramente con ellos. Por eso aparecen a cada paso, de forma natural, sin forzadas retóricas filosóficas (“cuando una cucaracha lee a Schopenhauer algo va mal”) los temas universales. Y en esa amalgama de vida y literatura ("Literavida", una de las muchas palabras que Chesi inventa en esta novela), puede concluirse que “la vida es parasitaria de la literatura”. Algo así como la tesis de “La verdad de las mentiras” de Vargas Llosa.

“Tela de Araña” es también una novela poliédrica (una palabra que ahora todos utilizamos, al contrario de otras palabras que el autor rescata del olvido en una especie de acto de justicia vocabularia: innumerables y sonoras tales como bellaco, yacer, vulpeja, suripanta…)
Poliédrica porque transcurre en múltiples capas narrativas que se unen, separan, coinciden, aparecen y desaparecen… La capa del escritor-narrador Rábade Expósito (siempre con nombre en esdrújulas, como le gusta a Chesi), la del poeta muerto, la de sus recuerdos y sus cartas, la de los soliloquios de la viuda, la de los correos electrónicos de la editora-castradora-alter ego del narrador. Niveles narrativos distintos que el autor resuelve en torno a una unidad diversa, donde confluyen diferentes modos de mirar una misma realidad a través siempre de la literatura y la vida (la "literavida" de nuevo).

“Tela de araña” es también una novela poética desde lo descarnado y lo irreverente. Una mezcla difícil que recuerda a pasajes de “A esmorga” y a algunos de los dolientes personajes de Williams Bourrougs.


Y es además toda una declaración de intenciones, de motivos para ser escritor. El texto está sembrado de pequeñas frases, que aparecen entreveradas en la acción donde el narrador dice: "no escribo para juzgar, escribo para resistir, para interrogarme, para disfrazarme, para borrar, para borrarme, para no permanecer inmóvil, para resucitar, para quererme, para orientarme, para interrogarme, para estar en otro sitio, para desintoxicarme, para sobrevivir, escribo por el simple placer de escribir o escribo porque soy la hostia, ¡quién sabe!"


Múltiples razones para ponerse a escribir entre las que debe incluirse el experimento narrativo y lingüístico que también es “Tela de araña”. Una apuesta valiente y ambiciosa "made in Chesi" que hace explicita cuando afirma en boca de uno de sus personajes: “escribo para inventar. Escribo para inventar palabras, para inventar un diccionario, para inventar un idioma. No escribo para inventariar. Escribo para perderme.”

Y en ese perderse, aparecen poemas tan hermosos como:

“Por la ingrávida virtud
de las vocales
invoco lo que la vida no me deja.”


O en este otro, un verdadero haiku:

“Borrad de mi memoria
excepto el mar
el resto.”

Me han parecido magníficas las cartas de Guillermo Cal, uno de esos poetas malditos que siempre han sido y serán, a su amigo Rábade Expósito. En ellas aparecen perlas de gran profundidad como esta: “pienso que los éxitos, los verdaderos éxitos, son siempre secretos y los fracasos, los verdaderos, siempre públicos”.

El escenario de “Tela de araña” no es básicamente Ourense como en otras novelas de Chesi, concretamente en la penúltima, “El disfraz” con la que comparte algún personaje y parte de su estructura narrativa. En este caso Ourense es un lugar más de un road movy literario por Santiago, Bruselas, Jaca, Lisboa, Marraquech, Ginebra o San Francisco. Pero Ourense sigue siendo esencial en la obra de Chesi, ambivalente, odiado y querido al tiempo, muestra por tanto de una adoración que no estoy seguro que la ciudad le devuelva de forma equivalente.


Esta sería una de las múltiples formas de mirar esta novela de altura, como Santiago Lamas la definió en su presentación. Hay muchas más: las referencias a la postmodernidad y a la "sociedad líquida", Sartre y la "literatura exhausta", etc, etc... Alto nivel, diversión y complejidad. ¡No os la perdáis!

2 comentarios:

  1. Me has convencido, aunque no sea del estilo que suelo leer.La leeré.Voy a comprarla un día de estos non santo.Pero tú, que eres también escritor... ponte a tu obra, a esa que llevas dentro aunque no sé si la tienes aceptada.Quienes te seguimos, la esperamos.

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  2. No te defraudará Chesi. es una novela de altura. No es fácil pero al final convence.

    No se si tengo alguna obra dentro. Si la hay saldrá. Gracias por empujar, amiga.

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