domingo, 28 de octubre de 2012

El Ángel Humidificador

Dice Germán Cano, profesor de Filosofía en la Universidad de Alcalá de Henares: "Frente al peligroso giro del "todos los políticos son iguales" no necesitamos petulantes exorcistas del mal, sino análisis modestos de la situación. Esto es, sólo comprendiendo los contenidos populares, interviniendo en estas retarguardias ninguneadas y politizándolas con humildad "desde abajo" cabe encontrar salidas a este creciente resentimiento. Si la izquierda señorita (yo añadiría: y vaga) prefiere construir sus cartografías desde distancias prefijadas en lugar de atender a las novedades del presente, corre el riesgo de trabajar para su enemigo". 

O sea que toca hablar sobre todo "de las cosas de comer". Excelente, en esa linea, una carta al director de Luis Carmona, un trabajador social de Ourense que pone sobe la mesa la verdad de las políticas de salud y dependencia en nuestro medio y el abandono "silencioso" de los grupos con mayor riesgo de exclusión social, en este caso los enfermos psiquiátricos. Cuando abundantes estudios en términos de salud (concepto más amplio que el de sanidad) muestran que las actuaciones en estos grupos son las más coste-efectivas en tiempos de crisis económica.

Y mientras tanto..., el triunfante ángel humidificador vuelve a soplar humo de colores por su cuerno de la austeridad y ahora garantiza un máximo de 60 días de espera en la sanidad pública gallega para intervenciones quirúrgicas, recurriendo si es preciso a los hospitales privados. Un nuevo truco con el que tapará sus vergüenzas durante toda la legislatura. Pero claro, sólo los que conocemos el asunto sabemos que la mayor parte de los pacientes que pueden recurrir a esta opción "de rescate" son los que duermen en la Lista de Espera No Estructural (la que no se publica) y que están en ella precisamente por haber rechazado operarse en un hospital concertado ante la complejidad de sus patologías o por otras muchas razones. 

Y además el ángel asegura que cualquier paciente podrá elegir médico de familia en otra área sanitaria distinta a la suya (¡como si el anciano del pueblo X tuviera un avión privado en la puerta de su casa para trasladarse cuando le haga falta al Centro de Salud Y, de la provincia de al lado!). Y triplica la apuesta afirmando que ahora ya se podrá escoger también especialista hospitalario para consulta, cuando todas las plantillas están mermando y las esperas se incrementan día a día. No importa. Todo está calculado. No hay mayor coste. Serán cuatro casos los que se beneficiarán, pero el éxito propagandístico está asegurado. 
Y así será capaz, como ha hecho con la famosa Prioridad 1 de los enfermos oncológicos (que siempre se respetó aunque nunca se publicó en ninguna autonomía del Estado, por lo obvio de su propio concepto), de ocultar el incremento de las listas de espera sanitarias y seguir dejando intacta su fama de buen gestor. ¡No permitas que la realidad estropee tus argumentos! Por tanto, ¡adelántate a ella y eso que llevas ganado! En eso es un maestro. Hay que reconocerlo.


De tal forma que nuestro ángel de las burbujas a toro pasado reconoce, ya sin coste alguno, la verdad del Informe del Consello de Contas sobre los traspasos presupuestarios de un año a otro durante toda la legislatura para maquillar el déficit. El punto fuerte de su argumentario electoral: ¡Galicia, la comunidad autónoma más saneada del Estado! Curiosamente esa práctica de cierre contable "adelantado" que ya se practicaba en tiempos de Fraga -dice el Consello de Contas-, sólo se abandonó en tiempos del denostado y derrochador bipartito. Un lugar común este del bipartito que nadie tiene que demostrar por que el ángel humidificador ya lo ha colocado como un mantra no discutible en el disco duro de la opinión pública. Feijóo no es un buen gestor. tal cual vende su imagen sobre todo fuera de Galicia, es un publicista que dedica toda la energía a envolver el argumento. A diferencia de la izquierda señorita de Germán Cano, que ni eso hace.

Y así, como bien señala Xosé Lois Barreiro Rivas (magnifico su artículo sobre "O dereito a extrapolar"), consigue que los gallegos, "entre las frasecitas infantiles de Pachi Vázquez y su personalísimo artificio retórico, escojamos la Galicia del sufrimiento en vez de la del crecimiento". Y nos  traguemos los parches porosos con la que todos -unos y otros- ocultan su falsa disponibilidad para afrontar con valentía y conocimiento las reformas estructurales que necesitan, por ejemplo, la educación y la sanidad pública. Unos trabajan más y otros menos, pero ninguno en la dirección que nos interesa a los ciudadanos.

De todos modos, los hechos son tozudos y resulta que Feijóo se ha dejado caer el Hospital Gallego de Buenos Aires después de décadas atendiendo gallegos en la diáspora, muchos de ellos con escasa capacidad económica. Y de nuevo insiste en dar por licitada la ampliación y reforma del CHUO, cuando lo único que ha hecho es anunciar en el Diario Oficial de Galicia que algún día lo licitará, sin presupuesto definido ni fechas para la presentación de ofertas. 

En todo caso, bien sabía él que no iba a pasar nada: el pescado estaba vendido por incomparecencia del adversario. Por eso pudo decir en campaña electoral sin sonrojarse siquiera, en una entrevista a El País, que "ya sabía que el core capital de NCG estaba trufado de preferentes... Ahora los ciudadanos lo saben y yo puedo decirlo sin incumplir el secreto bancario". ¡Manda güevos!, como diría su amigo Trillo.

Y además contaba con la suerte y la abstención a su favor: "cuando el PSOE gobernaba, el culpable era el PSOE; ahora, los culpables son los políticos". Por eso y volviendo a responder a mis amigos de los comentarios en el anterior post, Feijóo sabía que no necesitaba ganar. Los demás perderían solos.

Pero ahora también debería saber, como magníficamente le ha dicho Beiras, que si se cree "que vamos a ser más mansos que las vacas está muy equivocado". Y la rebelión le va a llegar desde "las cosas de comer": desde la humildad de las retaguardias ninguneadas y desde los contenidos (dependencia, educación, salud, desahucios...) que a la gente le importan y le impactan. En suma, de los lugares donde reside la verdadera política.

lunes, 22 de octubre de 2012

No ganó Feijóo




Fue la oposición quién perdió una clara oportunidad para el cambio político. Con todas las condiciones a favor.
No ganó Feijóo porque a pesar de contar con la mayoría absoluta en número de escaños, apenas 3 de cada 10 gallegos confía en él. Somos mayoría los que creemos que su política no es honesta. Contrariamente a lo que de él se decía, Feijóo no es un buen gestor. Es un publicista, un magnífico vendedor de humo, un experto en retorcer los datos y el argumento para afirmar, sin pestañear siquiera, que lo que ayer era un escándalo hoy es “lo mejor para Galicia”.
Con él no ha habido ni proyecto ni ilusión. Su ambición para con nuestro país comienza y termina en su propio personaje político.
Ha perdido la oposición porque, más allá de la crítica y la denuncia no ha sabido ofrecer una alternativa solvente, un proyecto político global y sólido en su conjunto. La oposición, salvo excepciones puntuales, ha utilizado un lenguaje antiguo, alejado de los ciudadanos, anclado en obsoletos mítines que sólo alimentan a los ya convencidos, a los incondicionales.
Hoy en día para hacerse escuchar lo de menos son las palabras y los discursos –ya nadie se cree nada-. Es necesario conectar con la ciudadanía desde el ejemplo, la honestidad y el compromiso con la gente, dejando en un segundo plano las siglas y los lugares comunes. Vivimos tiempos en que las personas sólo atienden a las personas. Ésta es la voz y el sentir de la calle. La izquierda debe cambiar de paradigmas, de herramientas y de lenguaje. Mientras no lo haga, la derecha en cualquiera de sus versiones seguirá gobernando el triste solar del país en el que hoy vivimos. A algunos no les hace falta ilusionar, les llega con conservar el poder. No ganó Feijóo. Perdió la oposición.


http://www.laregion.es/opinion/15873/26539/

miércoles, 17 de octubre de 2012

España


Después del debate suscitado por el artículo de Cesar Molinas, "Una teoría sobre la clase política española" con el que estoy bastante de acuerdo en las propuestas y menos en el diagnostico histórico, después de las encuestas del CIS situando a los políticos como el tercer problema de España y después de la opinión publicada de una corresponsal alemana en nuestro país, Stefanie Claudia Müller que ha circulado mucho por la Red: "no es una falta de voluntad de trabajo, como se piensa en algunos países del Norte lo que hace que España sufra la peor crisis económica de su Historia: es un sistema político ineficiente y corrupto. Las condiciones para un rescate deben concentrarse en resolver ese problema, de lo contrario éste será inútil"...
¿Cómo pueden seguir los partidos políticos haciendo lo mismo, sin esbozar siquiera el más mínimo cambio? ¿Y la sociedad inmóvil también, más allá de testimoniales manifestaciones a las que también yo acudo, como esperando el milagro de una reacción distinta, una protesta nueva.. aunque no sé muy bien de que tipo?

Con estos y otros análisis similares encima de la mesa, se me hace más cuesta arriba de lo esperado la campaña electoral que estamos sufriendo. ¡No han entendido, no entienden nada! Ayer estuve unos minutos escuchando a Alfonso Guerra soltando gracias poco graciosas y lugares comunes ante un público convencido de antemano. Sin aportar siquiera una idea nueva, una propuesta mínimamente útil. ¿Para qué sirve eso? Es antiguo, trasnochado y un insulto a la inteligencia. Aguanté a duras penas sólo 10 minutos, para marcharme cabreado y triste. 

Venía además de un Encuentro abierto que organizó el Concello de Ourense con dos expertos en Economía de la Salud (un concepto mucho más amplio que el de sanidad) en el que debatimos cómo afrontar la crisis minimizando su impacto en este ámbito y conservando al máximo el estado del bienestar por el que tanto hemos trabajado algunos. Sobre como responder a los recortes lineales con una reflexión colectiva (eso es lo que entiendo por política) para que nuestros servicios públicos consigan la máxima eficiencia sin perder la equidad. ¿No deberían estar estos encuentros en la agenda política en vez de reincidir en los impresentables y obsoletos mitines? 

Para hablar, por ejemplo, de disminuir el gasto en lo superfluo o cuestionable y aumentarlo en aquellas actuaciones que se han demostrado coste-efectivas: en la educación de los niños en sus primeros años de edad, en la protección de determinados colectivos especialmente vulnerables ante la crisis... Para trazar verdaderas líneas rojas asumidas de verdad por todos. ¿Podemos seguir rasgándonos las vestiduras indefinidamente ante los recortes, sin entrar a fondo y con honestidad en lo que es claramente inútil? ¿No debería la política transferir gran parte de sus decisiones al conocimiento técnico en vez de arrojarlas una y  otra vez al cuello del adversario electoral sin más análisis previos que la conveniencia partidista? Pues no, debemos seguir la costumbre, aunque nos estemos hundiendo, y seguir con el "y tu más", garrotazo trás garrotazo.




Pero volviendo a Cesar Molinas, quiero añadir una reflexión que Fernando Vallespín le plantea en una replica periodística sobre esa maldita "clase política" que parece nos ha sido impuesta, como si nosotros no la hubiéramos votado, halagado, descansado en ella y facilitado por propia comodidad de sociedad civil aburguesada, la labor depredadora que ahora se les imputa.

Y, para abundar más en el tema, también añadiré los apuntes que un sabio de verdad como Santiago Grisolía propone: 

a) la reducción en el número de políticos debe ser selectiva (añado yo: como los ajustes del gasto, ya esta bien de simplificaciones, no todos son iguales, ese es el viejo discurso de los apolíticos de derechas de los tiempos de Franco, un discurso simplista que sólo conviene a los vagos de espíritu o pensamiento y a los reaccionarios). Eliminemos primero a los políticos profesionales, a los que empezaron de jóvenes en la política sin experiencia laboral o profesional alguna.
b) conservemos a través de listas abiertas a los que den ejemplo personal, a los que propongan y practiquen lo siguiente: trabajar más, ser más transparente y ser más ético.
c) buscando políticos que no quieran llegar al poder, que más bien busquen mejorar al país, que buena falta le hace.

Y en esa línea, escribe alguien que nos hace sonreir todos los días y al tiempo es capaz de ser así de sincero y contundente. Forges dice:

"Quizá ha llegado la hora de aceptar que nuestra crisis es más que económica, va más allá de estos o aquellos políticos, de la codicia de los banqueros o la prima de riesgo. Asumir que nuestros problemas no se terminarán cambiando a un partido por otro, con otra batería de medidas urgentes o una huelga general. Reconocer que el principal problema de España no es Grecia, el euro o la señora Merkel. Admitir, para tratar de corregirlo, que nos hemos convertido en un país mediocre.

Ningún país alcanza semejante condición de la noche a la mañana. Tampoco en tres o cuatro años. Es el resultado de una cadena que comienza en la escuela y termina en la clase dirigente. Hemos creado una cultura en la que los mediocres son los alumnos más populares en el colegio, los primeros en ser ascendidos en la oficina, los que más se hacen escuchar en los medios de comunicación y a los únicos que votamos en las elecciones, sin importar lo que hagan. Porque son de los nuestros.

Estamos tan acostumbrados a nuestra mediocridad que hemos terminado por aceptarla como el estado natural de las cosas. Sus excepciones, casi siempre reducidas al deporte, nos sirven para negar la evidencia.

- Mediocre es un país donde sus habitantes pasan una media de 134 minutos al día frente a un televisor que muestra principalmente basura.

- Mediocre es un país que en toda la democracia no ha dado un presidente que hablara inglés o tuviera unos mínimos conocimientos sobre política internacional.

- Mediocre es el único país del mundo que, en su sectarismo rancio, ha conseguido dividir incluso a las asociaciones de víctimas del terrorismo.

- Mediocre es un país que ha reformado su sistema educativo tres veces en tres décadas hasta situar a sus estudiantes a la cola del mundo desarrollado.

- Mediocre es un país que no tiene una sola universidad entre las 150 mejores del mundo y fuerza a sus mejores investigadores a exiliarse para sobrevivir.

- Mediocre es un país con una cuarta parte de su población en paro, que sin embargo, encuentra más motivos para indignarse cuando los guiñoles de un país vecino bromean sobre sus deportistas.

Es mediocre un país donde la brillantez del otro provoca recelo, la creatividad es marginada -cuando no robada impunemente- y la independencia sancionada.

Un país que ha hecho de la mediocridad la gran aspiración nacional, perseguida sin complejos por esos miles de jóvenes que buscan ocupar la próxima plaza en el concurso Gran Hermano, por políticos que insultan sin aportar una idea, por jefes que se rodean de mediocres para disimular su propia mediocridad, y por estudiantes que ridiculizan al compañero que se esfuerza.

Mediocre es un país que ha permitido, fomentado y celebrado el triunfo de los mediocres, arrinconando la excelencia hasta dejarle dos opciones: marcharse o dejarse engullir por la imparable marea gris de la mediocridad.  
 


Es mejor no esconder la cabeza como el avestruz buscando culpables desesperadamente y trabajar todos por mejorar no sólo individual sino colectivamente. Esperemos que esa nueva formulación de acción colectiva llegue antes del desastre irreversible. No sobra tiempo. El reloj corre más rápido que nunca.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Más fotos de Bhutan: naturaleza

En las cunetas de los caminos y carreteras, sin que nadie se moleste a cortarla ni a fumarla, toda "la maría" que imaginarte puedas. 



Y en los bosques, huidiza y curiosa, esta preciosa criatura en peligro de extinción: el panda rojo.




En fin, naturaleza exuberante por doquier.