O sea que toca hablar sobre todo "de las cosas de comer". Excelente, en esa linea, una carta al director de Luis Carmona, un trabajador social de Ourense que pone sobe la mesa la verdad de las políticas de salud y dependencia en nuestro medio y el abandono "silencioso" de los grupos con mayor riesgo de exclusión social, en este caso los enfermos psiquiátricos. Cuando abundantes estudios en términos de salud (concepto más amplio que el de sanidad) muestran que las actuaciones en estos grupos son las más coste-efectivas en tiempos de crisis económica.
Y mientras tanto..., el triunfante ángel humidificador vuelve a soplar humo de colores por su cuerno de la austeridad y ahora garantiza un máximo de 60 días de espera en la sanidad pública gallega para intervenciones quirúrgicas, recurriendo si es preciso a los hospitales privados. Un nuevo truco con el que tapará sus vergüenzas durante toda la legislatura. Pero claro, sólo los que conocemos el asunto sabemos que la mayor parte de los pacientes que pueden recurrir a esta opción "de rescate" son los que duermen en la Lista de Espera No Estructural (la que no se publica) y que están en ella precisamente por haber rechazado operarse en un hospital concertado ante la complejidad de sus patologías o por otras muchas razones.
Y además el ángel asegura que cualquier paciente podrá elegir médico de familia en otra área sanitaria distinta a la suya (¡como si el anciano del pueblo X tuviera un avión privado en la puerta de su casa para trasladarse cuando le haga falta al Centro de Salud Y, de la provincia de al lado!). Y triplica la apuesta afirmando que ahora ya se podrá escoger también especialista hospitalario para consulta, cuando todas las plantillas están mermando y las esperas se incrementan día a día. No importa. Todo está calculado. No hay mayor coste. Serán cuatro casos los que se beneficiarán, pero el éxito propagandístico está asegurado.
Y así será capaz, como ha hecho con la famosa Prioridad 1 de los enfermos oncológicos (que siempre se respetó aunque nunca se publicó en ninguna autonomía del Estado, por lo obvio de su propio concepto), de ocultar el incremento de las listas de espera sanitarias y seguir dejando intacta su fama de buen gestor. ¡No permitas que la realidad estropee tus argumentos! Por tanto, ¡adelántate a ella y eso que llevas ganado! En eso es un maestro. Hay que reconocerlo.
De tal forma que nuestro ángel de las burbujas a toro pasado reconoce, ya sin coste alguno, la verdad del Informe del Consello de Contas sobre los traspasos presupuestarios de un año a otro durante toda la legislatura para maquillar el déficit. El punto fuerte de su argumentario electoral: ¡Galicia, la comunidad autónoma más saneada del Estado! Curiosamente esa práctica de cierre contable "adelantado" que ya se practicaba en tiempos de Fraga -dice el Consello de Contas-, sólo se abandonó en tiempos del denostado y derrochador bipartito. Un lugar común este del bipartito que nadie tiene que demostrar por que el ángel humidificador ya lo ha colocado como un mantra no discutible en el disco duro de la opinión pública. Feijóo no es un buen gestor. tal cual vende su imagen sobre todo fuera de Galicia, es un publicista que dedica toda la energía a envolver el argumento. A diferencia de la izquierda señorita de Germán Cano, que ni eso hace.
Y así, como bien señala Xosé Lois Barreiro Rivas (magnifico su artículo sobre "O dereito a extrapolar"), consigue que los gallegos, "entre las frasecitas infantiles de Pachi Vázquez y su personalísimo artificio retórico, escojamos la Galicia del sufrimiento en vez de la del crecimiento". Y nos traguemos los parches porosos con la que todos -unos y otros- ocultan su falsa disponibilidad para afrontar con valentía y conocimiento las reformas estructurales que necesitan, por ejemplo, la educación y la sanidad pública. Unos trabajan más y otros menos, pero ninguno en la dirección que nos interesa a los ciudadanos.
De todos modos, los hechos son tozudos y resulta que Feijóo se ha dejado caer el Hospital Gallego de Buenos Aires después de décadas atendiendo gallegos en la diáspora, muchos de ellos con escasa capacidad económica. Y de nuevo insiste en dar por licitada la ampliación y reforma del CHUO, cuando lo único que ha hecho es anunciar en el Diario Oficial de Galicia que algún día lo licitará, sin presupuesto definido ni fechas para la presentación de ofertas.
En todo caso, bien sabía él que no iba a pasar nada: el pescado estaba vendido por incomparecencia del adversario. Por eso pudo decir en campaña electoral sin sonrojarse siquiera, en una entrevista a El País, que "ya sabía que el core capital de NCG estaba trufado de preferentes... Ahora los ciudadanos lo saben y yo puedo decirlo sin incumplir el secreto bancario". ¡Manda güevos!, como diría su amigo Trillo.
Y además contaba con la suerte y la abstención a su favor: "cuando el PSOE gobernaba, el culpable era el PSOE; ahora, los culpables son los políticos". Por eso y volviendo a responder a mis amigos de los comentarios en el anterior post, Feijóo sabía que no necesitaba ganar. Los demás perderían solos.
Y además contaba con la suerte y la abstención a su favor: "cuando el PSOE gobernaba, el culpable era el PSOE; ahora, los culpables son los políticos". Por eso y volviendo a responder a mis amigos de los comentarios en el anterior post, Feijóo sabía que no necesitaba ganar. Los demás perderían solos.
Pero ahora también debería saber, como magníficamente le ha dicho Beiras, que si se cree "que vamos a ser más mansos que las vacas está muy equivocado". Y la rebelión le va a llegar desde "las cosas de comer": desde la humildad de las retaguardias ninguneadas y desde los contenidos (dependencia, educación, salud, desahucios...) que a la gente le importan y le impactan. En suma, de los lugares donde reside la verdadera política.