jueves, 22 de noviembre de 2012

Las rayas

Cuenta Almudena Grandes que hace unas semanas presentó a Joan Herrera, candidato de ICV a la presidencia de Cataluña, en un desayuno en Madrid con políticos y periodistas. Después de que éste hablara sobre todo de recortes, del desmantelamiento del estado de bienestar y del sufrimiento de la gente, todas las preguntas posteriores a su disertación versaron sobre la "famosa" independencia. ¿Quién está obsesionado con ese anacrónico tema? ¿Cataluña? ¿Madrid? ¿Ambos?

Como El Roto resume en una frase: "tracé una raya en el suelo y me declaré independiente, desde entonces vivo pendiente de esa raya". Son demasiados, a un lado y a otro de esa ridícula raya, los que se inflaman, se indignan, se cargan de razón, se llenan de veneno, lo difunden... mientras el mundo se cae a su alrededor. 


Por eso me parece tan preocupante lo que se intuye está ocurriendo en el lado este de la raya y que Jordi Gracia, profesor y ensayista denuncia en un artículo titulado "Periodismo de trinchera": "se ha producido una especie de fractura de la complicidad social y democrática que siempre ha existido en Cataluña. Ahora hay una nueva trinchera aguda y abrupta por la que o se es independentista o no se es. O se pertenece al bloque soberanista o se está fuera de el, no sé si a la intemperie, pero desde luego fuera de lugar". A mi me parece un triunfo de la irracionalidad, y por tanto del progreso.
Y Jordi Gracia añade: "el fin de la benéfica ambigüedad (tan molesta para algunos espíritus guerreros de este otro lado de la raya) nos instala en el maniqueismo, aunque los mismos que lo impulsan sepan que nada es blanco o negro. Y lo peor es que el mal ya está hecho, porque en estos últimos meses se ha trabajado a fondo para favorecer unas trincheras que no existían y enfrentar unas creencias que antes eran compatibles con las de los otros"
Y acaba hablando de las tribunas periodísticas que se han abierto para exigir pronunciamientos categóricos y que recuerdan, también en la "civilizada" Cataluña, a la caverna mediática madrileña de la COPE, ABC, El Mundo y las pantallas tóxicas de Intereconomía.

Desde este lado de la raya (el del oeste) sólo me queda estar de acuerdo con Elvira Lindo. Somos muchos los que vemos este asunto sin enconamiento, con cierta indiferencia incluso, por que creemos que el problema, ahora, a este lado y aquel es otro. Y es demasiado grave como para perder el tiempo en asuntos colaterales. Somos legión los que no somos "ni españolistas ni españolazos". Y nos sentimos tan españoles como catalanes, como griegos y como alemanes también. Sobre todo cuando nos damos una vuelta por el mundo y miramos desde fuera la "sacrosanta" patria. Ni a favor ni en contra. Negando la mayor. Pasamos de este pedestre asunto. Y nos gustaría que en nuestra querida y admirada Catañuña, los catalanes que van a votar pasarán también y le dieran a los más beneficiados de este absurdo enfrentamiento, a CiU y al PP, con el voto en la cabeza.

Y de paso conviene preguntarse por qué El Mundo y el amigo Pedro José, siempre aparecen al quite en determinados momentos, revolviendo el barro, invirtiendo el sentido de la información democrática, haciendo periodismo político de parte, interesado y barriobajero, para defender en el fondo el aforismo franquista de "la España ni rota ni roja". Me parece que está vez se han equivocado de táctica.

Para acabar, diré que creo que al PSC no le van a ir tan mal las cosas como las encuestas vaticinan. Ojalá que a pesar de sus errores, siga siendo después de las elecciones la buena herramienta política que siempre fue para los ciudadanos progresistas catalanes. No conviene perderla para los tiempos difíciles que se avecinan.



sábado, 10 de noviembre de 2012

La Profesión

Los médicos somos los profesionales mejor valorados en España. En cambio, nuestra influencia en las decisiones sobre los asuntos que nos conciernen, y de los que somos los mejores conocedores, es cada vez más escasa y, en modo alguno proporcional a nuestro estatus de valoración social. Las razones que explican este hecho son múltiples. Pero las dos más importantes son: la maraña de conflictos de interés en los que la sanidad asistencial se mueve y la escasa capacidad de las organizaciones sanitarias (básicamente los colegios de médicos pero también sindicatos, plataformas, asociaciones de pacientes y sociedades científicas) para orientar con decisión su actividad en la defensa del bienestar y la salud de los pacientes y la población, más allá de posiciones meramente representativas, "conservadoras" o corporativas.

Si un paquete de medidas sanitarias como el planteado ahora por la Comunidad de Madrid, que va a tener claras consecuencias negativas para los ciudadanos, se hace sin escuchar y pactar con los médicos madrileños, es por algo. La administración pública española conoce nuestra debilidad como profesión y por eso, se considera capacitada para tomar las decisiones que considera oportunas sin contar con nosotros. Algo impensable en muchos de los países de nuestro entorno. Somos fuertes como profesionales desde el punto de vista individual, pero intolerablemente débiles como Profesión. 

Por supuesto que hemos condenado el desastre que supone para el país las medidas tomadas por el Gobierno en este último año (eliminación de la universalidad que deja fuera del sistema a decenas de miles de personas, implantación del repago sin entrar en cambio a una reforma integral de la prescripción farmacéutica...) Y que ahora condenamos el cierre de hospitales de excelencia como La Princesa sin justificación planificadora alguna o con la privatización indiscriminada de centros asistenciales sin indicadores prospectivos o retrospectivos que avalen esa decisión y puedan medir en el futuro sus efectos -con las responsabilidades políticas que de ello se deriven-. Pero el partido político que ahora hegemoniza el poder en España sabe que será una protesta de corto recorrido, inmersa -como una más- en un conjunto de reacciones políticas, sindicales y ciudadanas que a lo sumo alcanzaran algún logro parcial o simbólico. Sabe que carecemos del musculo necesario y de la incontestable legitimidad que da un recorrido y una trayectoria decidida y coherente con unos objetivos claros y definidos.

No es lo mismo decir sólo que las medidas indiscriminadas, alocadas, ideológicas en muchos casos, que los Gobiernos del PP están tomado son injustas, inútiles y contraproducentes, que afirmar a la vez que durante mucho tiempo todos (también nosotros, los médicos) "hemos gastado (en estructuras sanitarias, en tecnología...) pensando más en los grupos de presión (políticos, mediáticos, corporativos...) que en el bienestar de los ciudadanos", tal cual sería nuestra obligación como Profesión. Que nada hemos hecho "para suprimir las "actuaciones innecesarias e ineficaces" desde el punto de vista asistencial que cada día hacemos ("el número de TAC y resonancias por habitante es en España un 23% superior a la UE") y ceder ese gasto a políticas de salud comunitaria  (ambientales, educativas, sociales...) que sí son claramente eficientes. Por ejemplo las de movilidad no motorizada -luchar contra el sedentarismo es mucho más útil que cualquier otra medida de protección cardiovascular-, o las orientadas a consolidar una educación de calidad desde los primeros años de la vida. el determinante más sólido que se conoce para la salud futura, o las de protección -sobre todo en plena crisis- para los colectivos sociales más vulnerables...

Que no nos hemos atrevido a decir con claridad, por ejemplo, que no es eficiente -y por tanto no es ético y no debe hacerse- "tratar con fármacos y en prevención primaria el colesterol en mujeres de bajo riesgo, que la detección precoz del cáncer de próstata no ha demostrado su utilidad", que las glucosaminas (para tratamiento de la artrosis y regeneración del cartílago) no valen para nada.... Que aún no hemos reconocido, y actuado en consecuencia, que hemos cedido demasiado ante los interesados -por diversas razones- en fomentar el consumismo sanitario. Y que por ello tenemos ya demasiada yatrogenia (efectos.secundarios e indeseados de las actuaciones asistenciales).
Que tampoco estamos de acuerdo en el café para todos en materia retributiva... Y tantas cuestiones más en las que de pura corrección política, hemos alcanzado la irrelevancia organizativa.

Aún estamos a tiempo. Si decidimos adentrarnos por esos incómodos territorios, al tiempo que nos plantamos de forma contundente ante los ataques a la sanidad pública de los gobiernos de turno, ganaremos el prestigio que como profesión tiene la Medicina, por ejemplo en Suecia o en el Reino Unido, con presencia profesional estable independiente -basada sólo en el conocimiento- en el Parlamento y con un Instituto  propio (NICE) determinante para las decisiones en materia de política sanitaria. En ese camino tendremos críticas y defecciones, pero a medio plazo seremos fuertes e imprescindibles. A día de hoy, navegando en el mar de la tranquilidad profesional, somos débiles y, lo que es peor, prescindibles.

Tenemos de sobra médicos en España con capacidad y conocimiento suficientes para "organizar una red de expertos cualificados con autoridad científica contrastada" que elaboren informes basados en estudios independientes de coste-eficiencia para informar sobre los diferentes temas y aportar luz sobre dónde debe ir el gasto útil en estos tiempos de crisis y dónde puede retirarse sin dañar la salud -en sentido amplio- de ciudadanos y poblaciones. Informes que estarían a disposición "obligada" de los Gobiernos y que por su contundencia -en muchos casos- serían de obligada implementación. "No podemos estar cuatro años más hablando sólo de austeridad y recortes; hemos de hablar de resultados en salud", dice con toda la razón -como es habitual en él- Rafael Bengoa, consejero de Sanidad en funciones de Euskadi.


Así, de ese modo, al menos con esa perspectiva legitimadora, podemos como Profesión unánime y coherente ponernos en la puerta del Hospital de la Princesa, todo el tiempo y con el coste que sea necesario, para evitar el intolerable desahucio que el autoritarismo indocumentado de Ignacio Gonzalez, Esperanza Aguirre, Mariano Rajoy y el Partido Popular en su conjunto, quieren perpetrar.

Este es un post a modo de reflexión personal previa a la III Convención de la Profesión Médica que se celebrará en Madrid la semana próxima. Está apoyado en alguna charla a la que últimamente he tenido ocasión de asistir y, sobre todo, en varios artículos relacionados de los que he extraído algunas afirmaciones (en cursiva) con las que estoy claramente de acuerdo:

Políticas de salud para crear riqueza de Ildefonso Hernández, Fernando Benavides y Miquel Porta, médicos y catedráticos en Salud Pública.
Más reformas y menos tijera. Elena Sevillano. El País (extra de Sanidad) 28/10/2012
Los colegios de médicos ante la crisis. Juan José Rodriguez Sendín. Revista de la OMC.