martes, 24 de diciembre de 2013

El cortijo

"No conocemos la realidad, sino la realidad sometida a nuestra forma de interrogarla". Esta frase de  Heisenberg, adaptada al mundo de hoy en el libro de Miguel Ángel Aguilar "Las leyes de la física y la información", no solo es la base del principio de incertidumbre y del desarrollo de la mecánica cuántica, sino que explica muy bien la afirmación del PP gallego en el Parlamento autonómico como justificación a su enésima negativa a responder a las acusaciones de financiación irregular: "a los ciudadanos no les interesa el caso Bárcenas". 
Corren tiempos en los que la táctica del emborronamiento sistemático de la realidad es fácil de utilizar. El vertiginoso y acumulativo caudal de información y deformación con el que las nuevas tecnologías y la cultura del entretenimiento invaden los medios de comunicación para formatearlos a su antojo, hace que la memoria reciente colectiva -como si una extraña pandemia de enfermedad de Alzheimer nos afectara a todos- se pierda en los agujeros negros de la actualidad. Solo así podemos explicarnos que la cúpula del PP con Rajoy a la cabeza, resista las contundentes evidencias que confirman la contabilidad b del partido, el cortijo en el que convierten  las instituciones que controlan y los sobresueldos en b que recibieron para mantener el status quo económico y social que su condición de titulares "naturales" del poder en la "gran" España que heredaron de sus padres y mentores, merece.
¿Qué extraño sueño de la razón afincado en este país, permite que Rajoy siga en su puesto de mando, y que él y sus conmilitones no se hayan ido ya por el desagüe del descrédito y la desvergüenza? ¿Qué más "detalles" debemos conocer para que en cada comparecencia parlamentaria -sea por el asunto que sea-, en cada presencia ante los medios, en cada encuentro con ellos en la calle... iniciemos la conversación con un "¡Váyanse ya!"? 
Su desaparición política es un requisito indispensable para iniciar el largo viaje de regeneración democrática que necesitamos.

Pero siendo este un asunto sangrante, no lo son menos otros escándalos que cada día nos cuentan los periódicos y las radios -de las teles mejor no hablar salvo excepciones puntuales- y a los que apenas reaccionamos durante los escasos días en que dominan la actualidad. A los que cualquier puente, la Navidad, el verano, una catástrofe natural al otro lado del mundo, un suceso vinculado al mundo de la farándula... ponen rápidamente sordina.
Somos una sociedad débil, flácida, simplista, individualista, que ha perdido la confianza en la actuación colectiva, sea ésta política, sindical, civil... Y que tampoco propone otras alternativas para responder cuando sea menester, con eficacia y contundencia, a los amos "del cortijo que somos". Para al menos servir de contrapeso social a las élites "de siempre", a las que mantienen su posición económica y social a pesar de la crisis, en connivencia con los 100 banqueros españoles que cada uno cobraron, envueltos en el silencio de los corderos, más de un millón de euros en 2012. Mientras, el abismo económico entre pobres y ricos aumenta, la igualdad de oportunidades se difumina con los recortes en Educación, las mujeres de los segmentos menos favorecidos de la sociedad son abocadas a abortar de nuevo clandestinamente con riesgo para su salud y su vida... Caminamos a paso de gigante hacia una monarquía bananera, socialmente dual, desintegrada, insolidaria, potencialmente violenta e intelectualmente subdesarrollada.
Pero, por mucho que pretendan confundir los hechos con frases demagógicas y fútiles argumentarios, a los del PP poco les importa esta deriva. No les compete. Su Estado no está para dirigir el barco común. Contra más delgado, mejor. Ellos viven bien en "el sálvese quién pueda" del neoliberalismo -también llamado ley de la jungla-. Lo suyo es conservar lozanos sus cortijos: el de Blesa, el de los Áznar, el del la Conferencia Episcopal, el de Rajoy, el de Rato... El de los de siempre. Con otras caras, pero con los mismos propietarios.
Y lo están consiguiendo, dejándonos a los otros -a los que nunca tuvimos cortijo- mas inermes que nunca. Sin armas ni ánimos para enfrentar al hobessiano y determinista devenir de la historia, que convierte, si nadie la encauza desde la razón y la justicia, en más débiles a los débiles de cuna y en cada vez más fuertes a los hijos del éxito. 
"Cansados de tanta fatiga" como titula Fernando Vallespín una de sus últimas reflexiones. Con el hastío que produce "el que no pase lo que ya debería estar pasando". Y así seguiremos hasta que la indignación, poco a poco, se convierta en aburrimiento. Y se asiente la convicción de que poco queda por hacer y de que nada va a cambiar por mucho que nos esforcemos.
Un triste panorama que ya se ha instalado, fruto de la habilidad de la derecha española -amalgamada en el PP- para colgar el cartel de "todos los políticos son iguales" (el empate es su victoria). Cierto es que con el firme apoyo de los graves errores cometidos por la izquierda, hundida en las últimas décadas en el aburguesamiento ideológico y práctico, cuando no cayendo directamente en "la trampa" de los cantos de sirena del amiguismo cutre y la beautiful people... O quizás simplemente por la misma condición humana.
Sea por lo que fuere, dan ganas de decir: "que se metan su cortijo donde les quepa". O aquello que tan bien expresó Xosé Luis Barreiro "cuando el jaleo comience de verdad, conmigo que no cuenten". Lo difícil para algunos entre los que me cuento, es tener el cuajo para mantener esa postura pase lo que pase. Feliz Navidad a todos. Menos a ellos.

Para ponerle imagen y palabras al concepto, el discurso alternativo en Cuatro al del Rey en Nochebuena, por Pablo Iglesias -profesor de Ciencias Políticas en la UCM-

jueves, 5 de diciembre de 2013

Namibia, el país donde se puede ver el viento...


recorriendo las curvas de las dunas rojas, de las dunas doradas... Resaltando los colores, cambiando las formas, apagando y encendiendo la luz de los cielos más azules del mundo...


Namibia, un país donde beber agua no resulta fácil, pero en el que la vida se abre paso, potente e incontenible...


Esta galería de fotos se debe por completo a Marga, que es quien las hace... Pero también al grupo de amigos que, con su alegria y generosidad, hicieron de este viaje un paseo inolvidable por el África del Suroeste.

Donde se puede vivir...


en comunidad, compartiendo al máximo los espacios y los servicios comunes... como hacen los Tejedores sociales...


O en cómodos apartamentos individuales... como los coloridos Tejedores comunes...

Etosha, la vida al descubierto


Etosha, uno de los Parques naturales más grandes del mundo, cuyo ecosistema de bosque bajo, matorrales y enormes depresiones formadas por lagunas secas, permite una muy fácil observación de la fauna, incluyendo por supuesto a sus indiscutibles reyes: los leones y leonas. Y a los enormes elefantes del Sur que campan a sus anchas en sus inmensos y descubiertos espacios. A veces con cuatro..., y a veces con cinco..., patas.


En natural armonía con las familias de los grandes herbívoros, como las cebras Hartmann (también llamadas de montaña), rayadas de forma diferente a sus parientes de las sabanas del centro de África...


Y con las grandes concentraciones de antílopes "saltarines", que hacen cola para beber en las escasas charcas de agua que salpican el parque.

martes, 3 de diciembre de 2013

Un joven país con mucha historia


En Twyfelfontein -el corazón del Dameraland- pueden verse, al aire libre, extraordinariamente bien conservados desde la Edad de Piedra, los dibujos en la roca de los antiguos pobladores del Suroeste de África: jirafas, cebras y hombres- leones con cinco dedos en las zarpas.
Después siglos de silencio, un breve paso de portugueses en la costa..., y llegan los alemanes...


Para quedarse, a pesar de su expulsión después de la Primera Guerra Mundial. Conservando ciudades con edificios y urbanismo similares a los del Centro de Europa y que mantienen costumbres típicamente alemanas como la "Oktoberfest", en escenarios tan exóticos como Swakopmund o Walbis Bay, en la otra punta del mundo.
Y ello a pesar de protagonizar en los albores del siglo pasado, la terrible matanza de miles de hereros, una de las etnias más importantes de Namibia. A cuyas mujeres, antaño desnudas por la vida, los pastores luteranos les obligaron a cubrir el cuerpo con recatados vestidos y enaguas. Que aún hoy llenan de inesperado colorido los ojos de los sorprendidos viajeros que recorren esta región de África, supuestamente tropical y desértica.


lunes, 2 de diciembre de 2013

Cap Cross


En el primer lugar al que llegaron los navegantes europeos que descubrieron la costa de Namibia, habitan hoy miles de focas agrupadas en grandes colonias. Pero a pesar del abundante pescado, muchas de las crías no consiguen sobrevivir y, en ese doloroso equilibrio ecológico, cada día sus cadáveres son el alimento de los carroñeros (chacales, gaviotas...). A la luz del día. Frente a nuestros impotentes ojos.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Walvis Bay: la riqueza del mar


La mayor bahía de la costa namibia, donde la vida brota a cada paso, en contraste con el deshabitado desierto cercano. Una enorme riqueza del país: abundante pescado para importar, todas las posibilidades para el cultivo de bivalvos en bateas... Pescanova en el sur de África... Gallegos que vienen y van... Ostras casi tan ricas como las de Vigo...


Inmensas colonias de focas que en la bahía nadan a sus anchas. Insaciables pelícanos que "acompañan"  a las pequeñas embarcaciones pesqueras, esperando "algún regalo"... Y el tapiz rosa de la procesión de flamencos, en torno a las lagunas litorales que marcan el límite con el desierto.

Un vuelo inolvidable


Para ver desde el aire las montañas del Namib y el mar de dunas rojas...



Y la rectílínea silueta de la famosa duna 45, uno de los mejores lugares del mundo para ver amanecer...




O..., más cerca del océano, el esqueleto de un viejo navío que la insaciable arena, alimentada por el viento inclemente, ha arrastrado decenas de kilómetros tierra adentro.

La muerte y la vida


La belleza en los arboles secos que forman el enigmático paisaje de la "laguna muerta", un antiguo lago entre las altas dunas, del que el agua un día se fue y dejó a los troncos de las acacias muertas como testigos perpetuos del ciclo inacabado de la muerte y la vida.


Soledad, silencio, colores y luz: un buen resumen de Namibia. Imposible de explicar si no lo has experimentado, por muy buenas que sean las fotos.


El Namib


El gran desierto que da nombre al país. El más viejo del mundo. Se supone que presente desde el Terciario. Pegado al océano, trazando una barrera infranqueable de 2000 kms de longitud y 80-200 km de anchura. Con una media de precipitaciones anuales de menos de 5 mm. 


Un universo único de luces y formas cambiantes. Con la escasa vegetación que permite el agua de las nieblas que vienen del mar. Y con la admirable humildad de los arboles secos que alargan sus ramas en el espejo de la arena y reviven cada día con las escasas gotas que el rocío les proporciona.

El Kalahari


Casi un millón de km2 de un desierto que se extiende por tres países -Botsuana, Namibia y Sudáfrica-, teñido de rojo por las partículas de hierro procedentes de las montañas del sureste africano, que recorren el curso del río Orange hasta llegar al Atlántico. Desde el delta, los vientos las devuelven al continente en un itinerario circular y eterno. Un territorio inmenso que permite observar la belleza de la vida animal -distinta y deslumbrante- en las pequeñas charcas de agua que procede del subsuelo y a las que cada día acuden los oryx, los ñus azules, las jirafas, los depredadores...


El Kalahari es el hábitat natural de los simpáticos suricatos, que emergen inhiestos de las profundidades de la tierra roja, para observar, entre curiosos y permanentemente asustados, cuanto les rodea. ¡Ojo con acercarse a ellos: son reservorios permanentes del virus de la rabia y se defienden con bravura!


La luz del Kalahari, la patria común de los bosquimanos. También llamados san. Una etnia milenaria, bien definida, de hombres pequeños y resistentes. Cazadores y recolectores. Ahora ya no tan nómadas como siempre lo fueron. Quedan unos 50.000 distribuidos en pequeños grupos familiares a lo largo del desierto de "la gran sed".

sábado, 30 de noviembre de 2013

Los caminos del agua


En su búsqueda, los elefantes del desierto recorren cientos de kilometros, siguiendo los cauces desiertos de los ríos que algún día fueron. Lo hacen en grupos que avanzan lentamente a la luz del amanecer o con la rebeldía de los machos jóvenes que marchan a su aire y se entretienen en los pocos árboles que milagrosamente sobreviven a la perpetua sequía. Elefantes del desierto, distintos a sus parientes de las sabanas. Más grandes, más resistentes.


Caminos de Damaraland que comparten con las presumidas avestruces. A veces remedando un desfile de modelos. O como lejanos puntos negros que contrastan en el monótono horizonte de la inmensa planicie. Sembrando el territorio de huevos abandonados, muchos de ellos inviables, que los bosquimanos usan para recoger y conservar el improbable milagro del agua de la lluvia. 


sábado, 16 de noviembre de 2013

Inmensidades

Que duelen en los ojos al intentar abarcarlas.  Desoladas y, al tiempo, solemnes. Monótonas y, sin embargo, sutiles y rebosantes de belleza. Namibia, un país para mirar sin descanso. Todos los colores, las infinitas formas geométricas, una luz cegadora..: la naturaleza completamente desnuda en un enorme territorio, con una superficie superior a la de España e Italia juntas. En la que viven apenas dos millones de personas. Desiertos rojos pintados de hierro, blancos de sal, dorados, grises... Formaciones volcánicas, columnas de basalto, piedras magmáticas como setas enormes que surgen de la tierra y conforman paisajes inverosímiles, uno de los subsuelos más ricos en minerales (uranio, diamantes...) de África que debiera procurar al país un futuro prometedor... Y de vez en cuando, indefenso a la mirada del viajero, en medio de la nada, un animal que busca en la tierra más árida del mundo una gota de agua caída de la niebla, una migaja de hierba para sobrevivir sólo un tiempo más.
Namibia, ancestralmente poblada por etnias y tribus adaptadas a los rigores de su inclemente naturaleza, es hoy parte del África blanca. Descubierta en el siglo XV por el navegante portugués Bartolomeu Dias, permaneció inexplorada hasta la llegada de los alemanes en 1840. Fueron ellos los primeros que explotaron sus enormes riquezas minerales y, en los albores del siglo XX, desataron la fiebre de los diamantes namibios. Menos conocida que la del oro en el Oeste norteamericano, pero tan fascinante como ella. Hubo tiempos en los que cualquier aventurero que se arriesgara a adentrarse en el desierto del Namib, podía encontrar a ras de suelo, enormes piedras preciosas para llevarse y hacerse rico. Todavía pueden verse desde el aire, semienterradas en la arena, entre el inmenso mar de dunas, los restos de las ciudades fantasma que se levantaron en aquellos años, tan lujosas y sofisticadas como las gemas a las que daban cobijo. Imprescindible el vuelo en avioneta para disfrutar de la sensación de soledad y paz que ese desierto, observado desde el cielo, transmite. Con el recuerdo, para mí, de las memorables escenas aéreas de "El paciente inglés" de Anthony Minguella, que aunque no rodadas en Namibia, inducen similares percepciones.
Alemania, expulsada tras la Primera Guerra Mundial de la entonces llamada África del Sudoeste, conserva una gran presencia en las ciudades de la costa namibia. Sorprende llegar a Swakopmund o a Walvis Bay y encontrar anchas avenidas flanqueadas de edificios de corte centroeuropeo, que bien pudieran estar en Bremen, por ejemplo. Y, aún sorprende más, tropezar con jubilados alemanes comprando en limpios y ordenados supermercados a su servicio. Con muy pocos negros a su alrededor. Namibia también sufrió el "apartheid" desde su entrega a Sudáfrica por la Sociedad de Naciones -allá por los años veinte del pasado siglo- hasta su reciente independencia en 1990. Con la llegada al poder del SWAPO, la antigua y supuestamente revolucionaria guerrilla, el apartheid se abolió legalmente, pero de hecho, aún hoy, los negros siguen viviendo, en su mayoría, en los barrios que circundan las ciudades. Y los avances sociales llegan para ellos a cuentagotas, como si el SWAPO -partido único "de facto" en el país-, una vez alcanzada y consolidada su hegemonía, mantuviera un pacto de status quo con las élites blancas, que con ello conservan gran parte de sus privilegios y sus enormes granjas latifundistas.
Pero volvamos a la vibrante naturaleza de Namibia. Al rojo Kalahari de conmovedores atardeceres, a los enormes elefantes del desierto recorriendo sin cesar siempre los mismos caminos de ida y vuelta -en busca de la escasa agua que les mantiene vivos-, a los leones de Etosha, al Estenocora -el increible escarabajo de las dunas que vive del rocío- al paisaje redondo de Damaraland, a las inmensas colonías de focas a orillas del gélido Atlántico -donde la vida y la muerte diaria de cientos de crías se dan cita cotidiana en un tan cruel como necesario equilibrio ecológico-...  A las figuras recortadas en el horizonte de las gráciles gacelas, a los organizados nidos de los tejedores sociales... Y al encuentro con la etnia herero, cuyas mujeres fueron obligadas a vestirse como damas victorianas por los misioneros y ahora llenan de color y volantes el árido entorno en el que viven. O con las mujeres himba, desnudas, con toda la piel cubierta de barro rojo, paseando con naturalidad por los caminos o vendiendo en las ciudades sus escasas artesanías junto a los varones de su etnia. Vestidos, ellos sí, con ropa occidental. 
Más difícil es el contacto con los tímidos bosquímanos -los sonrientes protagonistas de la divertida "Los dioses deben estar locos", rodada en el Kalahari por Jamie Uys en los años ochenta-, relegados ahora a la periferia de las reservas de caza y amenazados en sus costumbres por la insaciable civilización -el disecado negro de Bañolas es un bosquimano que simboliza el desprecio del hombre blanco a esta vieja etnia de cazadores/ recolectores-. Pero, aún así, capaces de transmitir a sus jóvenes hijos la inteligencia y las artes tradicionales para arañar de la dura tierra aquello que necesitan para vivir, sin herirla con su rastro. Y para conservar su raza, evitando con su espíritu nómada la destructiva consanguinidad que ha terminado con otras razas como la suya..

Namibia: un paseo abrumador por parajes bellísimos que por momentos aturden al viajero que los descubre, como a Stendhal supongo le ocurrió al visitar por primera vez la Florencia renacentista. Una paleta de pintor llena de colores que varían en minutos con el permanente e impredecible juego del viento, con el tránsito diario por las luces y las sombras. Potentes recuerdos visuales de las dunas gigantes de Sossusvlei, de la enigmática laguna muerta... De las noches serenas colmadas con las estrellas que conforman la mágica cúpula del hemisferio sur y que, por momentos, parecen alcanzarse con la punta de los dedos. Namibia: un lugar en el que caben todas las inmensidades.

martes, 29 de octubre de 2013

Algo más de cine de estreno: breves comentarios


"La mejor oferta" de Giuseppe Tornatore. La última película del director de "Cinema Paradise". Por primera vez, en su carrera, sin celuloide, en formato digital. Y en inglés. Una historia de amor magnífica, compleja, envuelta en intriga, con el suspense del mejor Hitchcock y la inteligencia y la atmósfera del mejor Polanski. Formalmente muy cuidada, con el valor añadido de la banda sonora del infalible Morricone. Una historia que crece con un ritmo perfecto desde el personaje de un subastador de obras de arte, un tiburón en su oficio, culto, sibarita, elegante, solitario y emocionalmente distante -siempre con guantes defendiendo sus manos-. Empalizado en una soledad embellecida en secreto por cientos de cuadros con rostros femeninos, adquiridos a lo largo de una vida de éxito. Hasta que la fascinación por otro rostro -esta vez invisible- de mujer, derriba todas sus defensas y le hace absolutamente vulnerable. Con un desenlace lleno de dignidad y un lenguaje cinematográfico que transmite profundidad en los sentimientos, apoyado en la extraordinaria interpretación del australiano Geoffrey Rush (tan buena o mejor que la de "El dscurso del rey"). Sin subrayados innecesarios. Muy buena. Un 9 largo.


"La gran familia española" de Daniel Sánchez Arévalo. Un pupurrí que mezcla el costumbrismo coral que escarba en la tradición del cine español (Berlanga, Azcona...) y el glamour cinéfilo de "Siete novias para siete hermanos". Con el hilo conductor de la final del Mundial. Deslabazada, llena de guiños indies, con personajes hilarantes y algunos diálogos divertidos mezclados con secuencias-parche que no vienen a cuento. Buen montaje. Buen sonido. Algo de humor inteligente, pero nada más. Poco que ver con su prometedora y a mi gusto notable "AzulOscuroCasiNegro". Un 5 pelado.


"El espíritu del 45" de Ken Loach. De rabiosa actualidad. Un repaso, combinando imágenes de archivo y entrevistas a intelectuales y líderes sindicales y políticos, de las transformaciones sociales que los laboristas, interpretando con coherencia y valor las necesidades de los ciudadanos del Reino Unido después de la segunda guerra mundial, llevaron a cabo. La luminosa creación del primer estado del bienestar propiamente dicho. Los años de oro del welfare brítánico. La exitosa construcción, contra viento y marea, del Servicio Nacional de Salud, el mejor exponente de la utopía hecha realidad en una Europa que durante décadas ha sido el faro del mundo. El NHS, la joya de la corona de la que tantos hemos bebido. La más perfecta manifestación práctica de una forma de entender la sociedad como un conjunto de derechos a compartir. Y ahí llega el mensaje principal: el espíritu colectivo que entusiasma a los ciudadanos y hace emerger sus mejores valores, frente al individualismo empobrecedor que los oculta. Las enormes figuras de Clement Attlee y Aneurin Beven frente a la mezquindad de Thatcher y Reagan. El espíritu del 45 frente a la decadencia de la Europa actual. Faltan cosas. ¿Dónde están las sombras de la socialdemocracía que permitieron llegar al poder a los conservadores? ¿Y Tony Blair, en qué equipo juega? Parcial y un tanto maniquea, pero oportuna y creada desde las convicciones profundas de un director de cine socialmente comprometido desde siempre. Difícil de ver. Apenas una decena de copias en las salas comerciales españolas. Un 8.

lunes, 28 de octubre de 2013

Futuro

Cada vez está más claro que esta crisis es irreversible. Nada será, al menos en Europa, ni parecido a lo que fue. Por eso, salir del túnel, tal como afirma una y otra vez el Gobierno, no tendrá la misma traducción para todos. Salir del túnel, remontar los malos datos macroeconómicos, será una excelente noticia sólo para unos pocos, los hoy llamados upperclass -los verdaderamente ricos-. Y en cambio, para grandes segmentos de la población -la mayoría de los jóvenes entre ellos- sólo será un empujón más hacia la rampante desigualdad que crece de día en día. 
Es evidente que las sociedades occidentales no necesitan el trabajo de todos -ni siquiera de la mayoría- para crecer. Tras la explosión de la burbuja inmobiliaria, nadie visualiza sectores productivos -por mucho que se hable de cambio de modelo- que necesiten mano de obra masiva y puedan proporcionar empleo a la gran bolsa de paro actual. Y lo que es casi tan malo, las empresas que tengan éxito sólo lo conseguirán aumentando su competitividad por la vía de la disminución de plantillas y de los bajos salarios, único modo de mejorar la oferta de sus homólogos orientales. O sea nos achinaremos cada vez más y ni aún así, seremos capaces de aumentar significativamente la empleabilidad. Es posible que disminuya algo el desempleo pero con la paradoja estructural del descenso paralelo de la población activa.
Habrá por tanto dos categorías laborales sin posibilidad de alcanzar, ni siquiera a largo plazo, una vida decente: los parados y los que, aún trabajando, no podrán vivir de su salario. Por tanto el paradigma de la necesidad de trabajar para poder vivir, habrá desaparecido en poco tiempo. Si es que no lo ha hecho ya.

También hay otros paradigmas secundarios que ya han caído en esta globalización que "nos mata" poco a poco. Hoy no es más rico el que mas posee. La propiedad no es sinónimo de riqueza. El dinero de verdad es etéreo, lo manejan los gestores de la información financiera que han conseguido -via parasitación o vía chantaje en sentido amplio- atar en corto a la política, única herramienta capaz de limitar su poder. 
Nadie pone en entredicho -los medios de comunicación forman parte del entramado de las nuevas élites- los obscenos rendimientos que algunos consiguen. ¿Alguien se cuestiona la pasta que gana un "buen" gestor de fondos y si ésta es proporcional a sus méritos? ¿Alguien compara hoy en día la renta de los que juegan en el casino financiero global con, por ejemplo, la de un buen científico o la de un empresario innovador? Sólo parece darse ese ejercicio de indignación comparativa -de barra de bar- con algunos deportistas de élite. En suma, salvo contadas excepciones -generalmente en el ámbito deportivo o del entretenimiento- la meritocracia y la excelencia -bases hasta ahora del desarrollo y el progreso de la humanidad-, no son caminos ciertos para elevar sustancialmente el nivel de renta personal. Un efecto llamada inverso a las nuevas generaciones para que prescindan del esfuerzo intelectual, salvo que éste conduzca al dinero rápido y fácil.
Otro paradigma en descomposición es el de las clases medias profesionales, que por ahora conservan con moderados decrecimientos su poder adquisitivo. Uno de sus objetivos vitales era la generación de un nicho económico familiar en el que el porvenir de sus hijos tuviera expectativas de cierta seguridad. Los cambios que esta crisis ha traído nos han demostrado que los salarios -generalmente públicos- de los que estas clases medias profesionales disfrutan, no son otra cosa que deuda diferida al futuro. O sea, la plusvalía es negativa y las futuras generaciones no disfrutarán en ningún caso de sus réditos y, por contra, se verán obligadas a financiar en los próximos años el coste de las retribuciones actuales de sus progenitores. Así que nuestros hijos y nietos no sólo vivirán peor que nosotros, sino que tendrán que pagar -no se bien de qué manera- lo que ahora disfrutamos.
Pero volvamos al tema fundamental, ¿alguien se está preguntando que queremos ser de mayores?, ¿está Europa pensando en adaptarse -sin arruinar su modelo social- a la globalización? Y si la conexión entre trabajo y supervivencia desaparece a marchas forzadas, si ya no será necesaria tanta mano de obra para nutrir las necesidades laborales de nuestras economías, ¿cómo haremos para procurar una vida digna, alejada del robo y la violencia, de los ciudadanos de nuestros países con independencia de si trabajan o no? ¿Hasta dónde podemos alargar el esfuerzo fiscal de los de siempre -sin tocar a los upperclass- y la deuda pública para mantener las "ayudas" sociales que hoy tenemos bailando en el filo de la navaja? ¿Estamos siquiera preparados para hablar de la separación entre trabajo y vida, sin marear la perdiz en cuestiones coyunturales y colaterales, como avestruces que esconden la cabeza en el ala y esperan -modelo Rajoy- que escampe, cuando la lluvia desde hace años no hace más que arreciar? ¿A alguien le quedan dudas de las consecuencias que, más temprano que tarde, tendrá la ausencia de una rápida respuesta a este problema ya estructural - sólo posible desde la desprestigiada política-? Que Dios nos coja confesados.

lunes, 14 de octubre de 2013

Cine de estreno: breves comentarios


"La bicicleta verde" de Haifaa Al Mansour, primera mujer directora de cine en Arabia Saudí. La vieja historia de la conquista de la libertad pero en un escenario inédito y desconocido. Fresca, inteligente, brillante, alegre y muy bien narrada. La revolución libertaria en la mirada y la irreductible espontaneidad de una niña deliciosa, picara y adorable. Una grieta en el muro de silencio de las monarquías teocráticas del Oriente Medio. Un lugar donde el futuro debe estar liderado por las mujeres. Lo mejor que he visto en los últimos meses. Un 9 largo.


"Las brujas de Zurragamurdi" de Alex de la Iglesia. Un bodrio. Una película sin sentido. Una huida hacia adelante que requiere una marcha atrás. Después de una excelente primera escena, nada que se sostenga. Humor antiguo. Trazos de "feminismo" y marginalidad en un discurso plano en el que los excesos, las "boutades" y el sempiterno recurso escatológico para mantener el tono, nada resuelven. Los grandes espacios, las grandilocuentes escenas y la velocidad de la cámara no hacen cine por si solos. De las peores de Alex. Un 3.


"Tu y yo" de Bernardo Bertolucci. El maestro vuelve a rodar después de 10 años de silencio. Brillante, como siempre, en esta historia de adolescencia ensimismada. De limpios despertares y de tránsitos dolorosos. Con recuerdos de "Muerte en Venecia" y detalles que sólo los clásicos colocan sutilemente en cualquier plano, en el más inesperado. Un mundo pequeño que contiene la esencia de la vida: el amor desinteresado que es creible sólo por eso, por no aspirar a nada. Un 9 para el viejo y admirable maestro

domingo, 13 de octubre de 2013

Justicia prescrita

Rajoy, Arenas y la cúpula del PP cobraron sobresueldos en B (también en A por supuesto) del partido, y por tanto del erario público, que no van a tener coste jurídico ni político alguno. Por un lado, la prescripción de los posibles delitos anteriores a 2007 les librara de cualquier responsabilidad penal en ese periodo. ¿Qué sentido tiene, a quién beneficia, la prescripción de los delitos? Desde luego no al ciudadano de a pie: a la inmensa mayoría de los españoles, demasiado silenciosos -diría yo- a la vista de lo que está ocurriendo. 
Y si algún fleco pudiera quedar (más allá de 2007), Hacienda sostiene que la recepción por los partidos políticos de fondos ilícitos "no tiene en España consecuencias en el régimen tributario". Y por tanto las retenciones de ellos derivadas (tiene narices que lo ilícito desgrave), reduce la cuantía de esos sobresueldos por debajo de los 120.000 euros en los que se sitúa la barrera del delito fiscal. ¿Cómo es posible que la enorme bolsa de corrupción (Gürtel- Bárcenas) que afecta hasta el tuétano al principal partido de este país, gobernante y hegemónico, no tenga consecuencia alguna ni jurídica ni política? Impunidad. Degradación de la democracia. Vergüenza. Otra vez la capacidad del sistema judicial español, puesta en entredicho.
Hay muchos casos más para ejemplificar en la actualidad esa flagrante incapacidad: la Operación Puerto, las micropenas en el mediático caso Malaya después del acoso habitual al único juez, Miguel Ángel Torres, que tuvo en su día el valor de instruir la causa..., el caso Fabra que también acabará como el rosario de la aurora tras tantos años de jueces relevados, trasladados... O el caso Baltar, con el cacique implicado ya jubilado e inmune en la práctica a cualquier condena... O el sistemático cuestionamiento por el PSOE andaluz, poco justificado en muchas ocasiones, de la juez Alaya en el turbio asunto de los ERE...
Debe ser descorazonador para los jueces de instrucción españoles que su esfuerzo y su arduo trabajo termine en prescripciones, en archivos basados en argucias procesales o en microsentencias injustas.
Fuera ya nos conocen como un país corrupto en el que prima la impunidad sobre una justicia prescrita e inútil "de facto" en los casos de este tipo. Si tenemos un mínimo de autoestima, deberíamos hacer algo ya. Y rápido. La memoria reciente es frágil y los medios de comunicación volubles y demasiado dependientes de los círculos del poder económico y político. En poco tiempo acabaremos volviendo a votar a los mismos corruptos de siempre.

Tal para cual





Tal para cual. Nunca se equivocan. Son la máxima expresión de la perfección. Cuándo algo sale mal la culpa es de los otros. Y si sale bien, ambos hinchan el pecho como gallitos que nunca comparten la gloria y, por el contrario, siempre adjudican el fracaso a las oscuras fuerzas exteriores (socialistas, prensa, árbitros, nacionalistas, Zapatero...). Los principios éticos, un día bandera de su destino, se cambian por otros sin sonrojo. Todo vale para recargar la razón y el ego. El azote inicial contra el caciquismo se convierte en comprensión y paciencia infinita para con los Baltar acusados de corrupción. Las fotos de la vergüenza de Quintana, son en su caso Dorado el inocente viaje en barco con un amigo de juventud que le salió narcotraficante. El fiasco de la fusión de las cajas gallegas no es cosa suya, el error fue del Banco de España. La "extraordinaria" campaña contra el fuego de este verano se frustró por los bandidos que prenden fuego al monte, los recortes de la Xunta nada tienen que ver en ello (la foto de la manguerita ya está olvidada). Todo imputado judicial debe dimitir. Pero sólo si es de los otros (Paco Rodriguez...). Si es de los nuestros - de los suyos, más bien- (Rogelio Martínez, Telmo Martin...) no hay más que presunción de inocencia y dilatación judicial de los casos. Su partido es un partido de centro, pero si le preguntas por la activa militancia franquista del alcalde de Beade, te dirá que solo es "un chiste". Ufanarse de conseguir ahora de su amigo Rajoy más fondos europeos para Galicia, no es lo mismo que denunciar la discriminación de antaño de ZP para con nuestra región en beneficio de sus cómplices catalanes y andaluces. 
No hace aún un año que, de micrófono en micrófono, el primero de la clase pedía transparencia a su partido en el caso Bárcenas, pero cuando le llegaron al oído sus derivadas gallegas, todo fue silencio y tribunales que, en su día, dictaran sentencia. Todo en él es ética y limpieza. ¡Cómo no!
Si Pemex llega he sido yo. Si no llega, son problemas de reestructuración empresarial. O alguna ley de ZP que quedó colgando y obstruye el recto devenir de las cosas. El copago en los comedores escolares, en los fármacos de dispensación hospitalaria... son medidas de homogeneidad y justicia para salvar la sanidad y la educación pública. Si lo hubiera hecho el bipartito, las vestiduras ya estarían rasgadas y sus gritos de indignación social llenarían las portadas.. 
Los demás cuando gobernaban practicaban el amiguismo... Pero ahora es simplemente justo cuando son los municipios del PP los que copan las ayudas de la Xunta al empleo, cuando del reparto de frecuencias radiofónicas en Galicia se excluye a la SER, cuando la Consellería do Mar concede medio millón de euros a la empresa de un exconcejal de Pontevedra del partido, cuando se recolocan continuamente en la Xunta a los colaboradores en tiempo de oposición, mientras que a los que algo (lo más mínimo) tuvieron que ver con el bipartiito se les ningunea con independencia de su capacidad técnica...
Se maquilla lo que haga falta, el déficit..., lo que sea. La contabilidad creativa y el argumentario bien cocinado tapan las promesas electorales y los proyectos eternamente retrasados.. Hay que mantener prietas las filas aunque sea con soldados impresentables, ¿qué más da?. Lo que haga falta para seguir siendo Special 1. Galicia, el Madrid... son lo de menos, meros instrumentos, meras plataformas en sus carrera shacia la gloria. Varas de medir. Tal para cual.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Patrimonio nacional

Hace unos días, después de la penosa actuación del arbitro en el partido Elche - Real Madrid, regalando, ya finalizado el tiempo reglamentario, un penalti inexistente -y, con ello, 3 inmerecidos puntos- al equipo madridista, una emisora radiofónica recibió y puso en antena el comentario que un aficionado dejó en el buzón de aportaciones de los oyentes. En dicho comentario, el fulano argumentaba: "¡Bravo por Muñíz Fernández, ya era hora de que los árbitros vuelvan al lugar del que nunca debieron irse, a beneficiar al equipo que nos representa, que ostenta los títulos por los que nos envidian en el extranjero. Ya es hora de acabar de una vez con el dominio de los advenedizos que además ni siquiera son españoles!"
Por muy chusco que pueda parecer, ésta no es sólo una salida carpetovetónica de la España cañí. En este país, todavía existe en determinados sectores de opinión, generalmente vinculados a la derecha política, un concepto patrimonial del estado, que no ha desaparecido en los años de la llamada Transición democrática. Los hechos nos demuestran que este concepto ha permanecido latente en algunos ámbitos estratégicos de nuestra sociedad: la judicatura, la banca, la gran empresa, determinados medios de comunicación, el imaginario deportivo vinculado al nacionalismo español excluyente... Y que ahora renace en el pensamiento y la acción de los que siempre han pensado que el país es suyo y aceptaron "a regañadientes" la "aparente" ocupación del poder por "los otros". Hoy, para ellos, la alternancia ya no es necesaria para homologarse con Occidente. Las reglas del juego pueden ser reinterpretadas para que la España plural y la España roja no vuelvan a levantar cabeza nunca más.
De otro modo nadie entendería la doble vara de medir en el Tribunal Constitucional para con el designado presidente Pérez de los Cobos -militante del PP- y para con Pérez Tremps, recusando al segundo y rechazando la recusación del primero por hechos como máximo similares. El catalán no es "de la familia", el murciano, si.


Este concepto patrimonial también aparece de vez en cuando en las escasas manifestaciones espontáneas de tipos, incluso físicamente -¡qué tendrá la gomina!-, "patrimoniales" como Carlos Floriano, de verbo fácil y pensamiento pedregoso. ¿Quién puede considerar "raro" en este país, que un cabal político de la derecha de toda la vida tal cual Mariano Rajoy, cobre tres veces más que un rojo -usurpador del poder durante demasiado tiempo- como Rubalcaba? ¿No es normal acaso que un registrador de la propiedad -puesto generalmente reservado para los hijos de buena familia- gane mucho más dinero que un simple catedrático de química? ¿Cómo era aquello de "que inventen ellos"?
O en la frecuente incontinencia verbal de Rafael Hernando, portavoz del PP muy del gusto de las cadenas televisivas que proliferaron con Aznar para revitalizar el pensamiento patrimonialista, cuando afirma sin sonrojo: "las consecuencias de la República llevaron a un millón de muertos".
Ese es el "pelo de la dehesa" que se les ve cuando obstaculizan al máximo la orden de detención, de una juez argentina -triste sustitución de la justicia española-, contra varios conocidos torturadores -entre ellos Billy, el niño- de la policía franquista en los últimos años de la dictadura. Delitos que, al igual que los de terrorismo, nunca deben prescribir. ¡Hay que defender -con la boca pequeña por supuesto- a los que fueron "de los nuestros"! Como bien dice el alcalde de Beade, hacer otra cosa sería "muy feo".
Toda una revitalizada corriente de opinión convenientemente jaleada por La Razón y ABC, entregados a la causa de defender sin matices, más allá de cualquier crítica por pequeña que sea, a su Gobierno. El que nunca debió marcharse y ahora debe permanecer, no porque lo haga bien o mal, sino para que "los otros" no vuelvan.
¡Si Berlanga levantara la cabeza, descubriría su acierto al aproximarnos, en los albores de la democracia, a la saga de los Leguineche, hoy felizmente recuperados, en formato modernizado y tras un periodo de letargo, para el inmortal patrimonio nacional! ¡Qué viva Muñiz Fernández, el justiciero arbitro de la gomina! ¡Fuera complejos!

martes, 17 de septiembre de 2013

Cruzar el puente contaminado

A propósito de la guerra civil siria, el escritor Rafael Argullol, siempre certero en sus reflexiones, afirma: "debo confesar que, en los últimos 2 años, he seguido con atención las noticias procedentes de Siria sin lograr formarme una idea medianamente coherente de lo que ocurre". Puedo decir que comparto esa misma sensación, desde el dolor de haber conocido ese magnífico país hace apenas 3 años. Y de haber comprobado su enorme riqueza cultural e histórica y la natural tolerancia religiosa que su condición de cruce de caminos, desde los albores de las civilizaciones, le otorga. Una tolerancia palpable en el barrio antiguo de Alepo donde edificios de 7 confesiones religiosas distintas, comparten (desconozco si han dejado ya de hacerlo) una misma calle. O en la hoy torturada Malula, pequeña población de mayoría cristiana que aún conserva el arameo vivo en la lengua de sus habitantes.


La información que nos llega de Siria está siendo, como en muchos otros asuntos del mundo de hoy, "desoladoramente superficial y maniquea". Sesgada y gestionada, sin contraste posible, por los grandes lobbys globales de la comunicación -verdaderos amos del mundo en la era postmoderna-. Con esa arma de destrucción masiva han conseguido simplificar groseramente la complejidad de una guerra con mil aristas, sin otro objetivo que facilitar los eventuales movimientos de las potencias occidentales con intereses geoestratégicos en la siempre conflictiva área del Oriente Medio. Utilizando como señuelo moral la defensa de la martirizada población civil. Una bandera que después de cientos de miles de muertos se deja a un lado, cuando el nuevo equilibrio de poderes aconseja cambiar, de un día para el otro, el foco informativo de sitio, sin que apenas lo note la anestesiada opinión pública occidental.
Siria es el último paradigma de la propaganda que impide entrar en matices. Y nos lleva a todos de la mano hasta la versión "correcta" como a corderos que no notan el brazo que les empuja. Hoy en día, sobreinformar de una barbarie y al tiempo obviar otra más grande, no reduce la credibilidad de los medios de comunicación uniformados. El vértigo de un caudal inagotable y no digerible de noticias favorece la formación del bien nutrido pensamiento único globalizado. 
Como Argullol añade, "nunca ha habido tanta libertad para informar y tan poca transparencia, pese a los esfuerzos de muchos que escriben en canales alternativos". Un cubo de playa, diría yo, para vaciar el mar. Es desolador no poder fiarse de nadie para formar la propia opinión. Te hace sentir participe de un universo contaminado.
Tomando unos vinos con unos amigos, uno de ellos afirmó que sólo cree ya a los que están en el lugar de los hechos y además no tienen intereses económicos o políticos en el asunto. Muy interesante el ejemplo de Médicos sin Fronteras, que después de confirmar "in situ" el uso de armas químicas, pidió a los países implicados la no utilización de esa información para justificar una intervención armada en Siria. Hacerlo dificultaría su objetivo: la atención a la población civil. Elemento de gran preocupación en todas las guerras modernas, al que todos los contendientes e intervinientes invocan como el valor principal a preservar, pero al que ninguno de ellos pone nunca en el centro de las decisiones. .
Si, algunas ONGs pueden ser fiables. Y a su información hay que agarrarse a veces. También a los pocos intelectuales "de verdad" que quedan: con pensamiento crítico no alineado, poco interesados en cargarse de razón, más preocupados por acercarse a la verdad que en afianzar el ego, capaces de cambiar el análisis inicial, si es necesario, en vez de "sostenerla y no enmendarla" perdiendo "caché"... Uno de ellos es Tzvetan Todorov, historiador búlgaro de nacionalidad francesa, que también a propósito de Siria, dice algo tan claro y evidente: "el conflicto entre unos manifestantes pacíficos que exigían libertades democráticas -al hilo de las primaveras árabes- y el poder represivo, se ha convertido en un enfrentamiento entre distintos grupos religiosos, sostenidos por las teocracias de la región, Arabia Saudí en un bando e Irán en el otro. La guerra una vez desatada, se rige por su propia lógica, que arroja al olvido las justificaciones iniciales y las sustituye por el resentimiento y la venganza. Y las opciones más extremistas pueden más que la moderación"
¿Que será, pienso yo, de aquellas personas que conocimos en nuestro viaje de hace tan pocos años, orgullosas de la tolerancia y del gran bagaje histórico de su país? Pues es posible que, como una brutal carta al director señalaba hace unos días, ya hayan "Cruzado el puente" que va de la razón a la locura. En dicha carta, un asturiano cuenta la historia de Fátima, profesora siria de inglés, madre de dos hijos, a la que supongo conoció por alguna razón. En la actualidad Fátima es conocida con el alías de Guevara y ejerce como francotiradora en la ciudad donde antes residía. Su matrimonio fracasó por diferencias políticas, su casa fue destruida, es posible que desconozca si sus hijos están vivos o muertos..., y ha sustituido -quizás para siempre- "las palabras por las balas". ¿Hay algo por lo que merezca la pena acabar así?


Cuando escribo esto no puedo dejar de pensar, salvando todas las distancias, en la Cataluña que tanto quiero y admiro. Me inquieta y perturba cada día esa deriva en la que unos imponen en su territorio una opción única aliñada de discutibles razones, sin contrapesos, catapultada por un entusiasmo que, como dice Elvira Lindo, acogota a los que no los experimentan. Y, aún peor, los enmudece en un momento en el que debería fomentarse la discrepancia para que el tan cacareado debate "en marcha", sea realmente democrático y permita la formación libre de opinión crítica y mesurada. Todo lo que se sale de la emotiva cadena ya está sobrepasado, ya "no toca". El paraíso de la independencia está demasiado cerca para entrar en detalles.
Mientras, en el otro territorio otros esconden la historia reciente, no se habla de los errores cometidos en su momento por jugar con las cosas de comer, para alcanzar el poder sobre la tierra chamuscada que ahora arde. Y, ya en el gobierno, son incapaces de reaccionar frente al marrón que alimentaron, amedrentados por la caverna maniquea de la España una, grande y libre. Temorosos de cualquier movimiento que les desuna el rebaño interior. Pocos, desde este lado, intentan analizar lo que pasa por la cabeza y en el corazón de los del otro. Frente a la algarabía catalana, aquí hay un silencio tenso, un vacío de ideas que tampoco llenan por ahora los que proponen puntos intermedios de encuentro, quizás demasiado poco concretos todavía. Y que en todo caso no se ven factibles en ninguno de los lados. ¡Ojalá lleguen antes de que alguno decida cruzar el puente y la locura se desate!