jueves, 20 de junio de 2013

"La vida es una broma"

Así respondió el boxeador Tony Ortiz a las preguntas de los periodistas, con motivo de su nombramiento en 2008 como hijo predilecto de Fuente Obejuna (Cordoba). Una localidad conocida sobre todo por el "Todos a una" de Lope de Vega, la obra teatral que narra la rebelión del pueblo ante la injusticia y la tiranía del Comendador, en tiempos de los Reyes Católicos. De rabiosa actualidad en España y en el mundo. Pues he aquí que los mellarienses -ese es el jugoso gentilicio de Fuente Obejuna- de hoy se acuerdan de su vecino, aquel famoso boxeador de los años 60 e inicios de los 70, caracterizado por "crecerse con el castigo". De él decía entonces Alfredo Relaño que su única técnica consistía en cambiar golpes: "golpear y parar los golpes del rival con la cara". El prototipo del fajador, el paradigma de las familias españolas que volvieron de la emigración en los años de plomo a buscarse la vida con todo en contra: "ademas mi padre era un hombre de izquierdas, y el caudillo ganó la guerra..." 
Estas cosas recordó el bueno de Tony al recibir el homenaje de sus paisanos. Definiéndose a sí mismo con ponderación: "era de físico pobre, pero de espíritu fuerte". Algo que podemos corroborar los que, en la bruma de la televisión en blanco y negro, recordamos su último combate -una verdadera carnicería, dijeron las crónicas al día siguiente-, a finales de los setenta contra el exlegionario Dum Dum Pacheco, otro hombre de hierro, que le sometió a un durísimo aluvión de golpes que Tony resistió hasta el asalto final con un pundonor a prueba de bomba.


Y hoy me da por hablar de boxeo porque es un deporte que durante décadas ocupó muchas páginas en los periódicos y tuvo una gran presencia en el imaginario colectivo del país. Algo que hoy parece perdido en el sueño de los tiempos. Un mundo sórdido, el del boxeo, pero al tiempo repleto de historias en general poco ejemplares, pero también de valores universales, de efímeras glorias... que hoy no son computables en la epidérmica y puritana mirada que el imperante pensamiento anglosajón ha contagiado al mundo globalizado. En todo caso el boxeo es una parte de nuestra historia reciente, que el cine nacional ha utilizado con cierta frecuencia para retratarnos de algún modo: "El tigre de Chamberí" de Pedro Luis Ramírez, "El crack" de Garci y Alfredo Landa, "Young Sánchez" de Mario Camus, "Mala racha" de Jose Luis Cuerda y Sancho Gracia... O para producir casposos bodrios como "Urtain, rey de la selva... o así" del inefable Manolo Summers.
Todo un personaje, Urtain el levantador de piedras, más famoso entonces que los futbolistas más famosos. El "morrosko de Cestona". El tongo hecho carne. Un invento, según cuenta la leyenda, de Vicente Gil, el médico de Franco en los años sesenta. A la sazón, presidente también, de la Federación Española de Boxeo. Un montaje que ganó innumerables peleas por K.O. a oponentes diversos, calvos y gordos algunos, otros de fiero aspecto pero luego blandos en el combate... hasta ser campeón de Europa para mayor gloria de la madre patria tan necesitada entonces de autoestima. Iniciando poco después una fulgurante caída, abandonado por quienes le encumbraron y le jalearon, malviviendo hasta que pudo del trapicheo y de la lucha libre. A los 49 años se tiró por la ventana de un octavo piso y murió aplastado en el suelo de la calle, como le corresponde morir a un boxeador sonado.
Sobre él, en un bar de Logroño, inmerso en el rito iniciático de los primeros chiquiteos, escuché hace ya demasiados años una típica discusión entre dos parroquianos habituales, de la que todavía me acuerdo de vez en cuando. Uno de ellos afirmó, cargado de razón: "¡pero si Urtain no tiene pegada!". Para que el otro zanjara el asunto con una lógica aplastante: "¡pues si no tiene pegada, la próxima vez, ponte tu!". Un debate clásico de la España carpetovetónica.
En términos parecidos, tiempo después, supe de otra frase relacionada con el homo antecesor -también vasco- de Urtain: el gran Paulino Uzcudun, tres veces campeón de Europa de los pesos pesados en los años anteriores a la guerra civil española. De él cuentan que, cuando un emisario anunció a su hermano -el cura titular de su Régil natal en la Guipuzcoa profunda- uno de sus gloriosos triunfos en el extranjero, éste le contestó con espontaneidad: "¡que Paulino ha ganado... pero si no tiene media hostia!". Cosas de vascos y boxeadores, tal para cual. Gente emprendedora, se dice ahora. Que también en esos años hicieron las Américas. Uzcudun llegó a boxear contra los púgiles más importantes de EEUU en aquellas décadas de ley seca, gangsteres y policias. Sin tocar nunca la lona, hasta caer derrotado nada menos que por Joe Louis, quizás el mejor púgil de todos los tiempos, en el Madison Square Garden de Nueva York. Una derrota gloriosa de una gloria de nuestro boxeo. Al que más tarde llegaron otros campeones: Pepe Legrá, Pedro Carrasco, Poli Díaz...
Un pozo lleno de vidas perdidas, de altos vuelos y terribles caídas, de humanidad en suma. Con la ingenuidad de las cifras sencillas: 87 combates, 55 victorias, 22 derrotas y 10 nulos. La vida en broma de Tony Ortiz.

miércoles, 12 de junio de 2013

La sobre-motivación en la política

"Entramos en política para servir a los ciudadanos", decían Rajoy y sus muchachos. Ahora sabemos que llevan décadas cobrando, por diferentes vías, suculentos sueldos, en el mejor de los casos procedentes del erario público - o sea de nuestros impuestos-. Sean legales o no, poco importa en el fondo. Se hayan declarado o no, poco importa en el fondo. Lo relevante es que los recibían y reciben sin el conocimiento ni la aprobación de los ciudadanos.
Así podemos entender mejor el cambio que Aznar impuso en el PP al inicio de los años noventa, la ferocidad con la que desde entonces sus cabezas visibles de primera, segunda y tercera línea emplean en el acoso al enemigo político, tanto en los periodos de gobierno como en los de oposición. Sueldos "totales" de más de 200.000 euros anuales, bien lo merecen. Sumas complejas de subsalarios del parlamento, del municipio, del partido, gastos de representación, compensaciones, finiquitos... "No hay sobresueldos generalizados como éstos" en las demás formaciones políticas. Este es el modelo de partido que los anteriores y los actuales responsables del PP tienen: regar bien los colmillos, al menos de los militantes más destacados, para que muerdan lo que haga falta. No creo que sea eso lo que democracia necesita. Y menos ahora, con el conocimiento y la innovación en paro, o en "movilidad exterior" -como ahora se llama al exilio económico- o en el mejor de los casos con sueldos pírricos... Milésimos si los comparamos a los que han cobrado y cobran estos prohombres de la patria, entregados con pasión bien retribuida a los argumentarios que llegan de la "cocina" de Génova.


No se necesitan sentencias alargadas en el tiempo, ni nuevos documentos o filtraciones judiciales. Lo que sabemos es suficiente para conocer este "modus operandi" del PP, esta generosa motivación para hacer política. Puede que legal en algunos casos pero del todo ilegítima. No son sólo Bárcenas o Gürtel (derivadas extremas y delictivas del operativo general), son Rajoy, Ana Mato, González Pons, Arenas - personajes que recorren transversalmente este avatar del partido-. Por vergüenza torera no podemos permitir que sigan un minuto más. ¡Qué vengan otros que acepten un sueldo único procedente del erario público (nada del partido) homologable a responsabilidades profesionales similares a las que ellos ostentan! Al nivel de un profesor, un científico, un médico... Un único sueldo público, transparente y definido por ley en el Parlamento del Estado. Poco vale que Cospedal deje sin sueldo a todos los diputados de Castilla La Mancha, si a los del PP los nutre por vía de complementos, "compensaciones" varias o gastos de representación del partido.
No puede haber compensaciones por dedicarse a la política. Es un acto voluntario que debe asumirse con todas las consecuencias. Como muchos lo han hecho en nuestra democracia durante años, sin que ahora nadie les nombre siquiera. Ni nadie sepa o quiera diferenciar ahora entre los que se dejaron y se dejan la piel y la familia para mejorar las cosas sin esperar nada especial a cambio, y los que reciben para ello una sobre-motivación. Han conseguido que funcione el simplismo y la irracionalidad con el "todos son iguales": la vieja táctica del "ventilador" que desdibuja las diferencias más evidentes entre unos y otros. Tan usada por la derecha cuando las cosas le van mal. Con buenos resultados siempre.

Por supuesto que ha habido y hay corrupción fuera del PP. También en el PSOE con múltiples corrupciones "chusqueras" y vergonzantes, merecedoras del mismo desprecio que las del resto de grupos políticos. Protagonizada por individuos o grupos concretos, distribuidos, eso sí, por toda la geografía del país. Pero no es una corrupción generalizada ni estructural como la del PP. El gran pecado de la izquierda, del que no se conoce aún una autocrítica sólida ni un claro propósito de enmienda, ha sido cultivar el amiguismo y el sucursalismo. En general con formulas "cutres". Desde luego sin el peligrosísimo guante blanco que los populares han destilado en la intimidad a lo largo de estos años. Y que al parecer les garantiza ahora la impunidad política y probablemente jurídica.

Por lo que conozco, ningún otro grupo político ha consolidado la falsaria estructura retributiva que tiene el partido de la derecha unida. Que además es el que hoy gobierna. Por lo que debe ser el primero en responder, asumiendo su flagrante responsabilidad política con las dimisiones que hagan falta. Y son muchas. El paso del tiempo y la maraña judicial no puede, como pretenden, redimirles sin coste político alguno. No podemos consentirlo. El silencio que hoy nos inunda y amenaza con consolidarse, no es tolerable por una sociedad que se presume ética y democrática. De todos modos, como Albert Pla afirmó en su reciente paso por Ourense: "hoy en día puedes decirlo todo, pero no sirve para nada".