martes, 29 de octubre de 2013

Algo más de cine de estreno: breves comentarios


"La mejor oferta" de Giuseppe Tornatore. La última película del director de "Cinema Paradise". Por primera vez, en su carrera, sin celuloide, en formato digital. Y en inglés. Una historia de amor magnífica, compleja, envuelta en intriga, con el suspense del mejor Hitchcock y la inteligencia y la atmósfera del mejor Polanski. Formalmente muy cuidada, con el valor añadido de la banda sonora del infalible Morricone. Una historia que crece con un ritmo perfecto desde el personaje de un subastador de obras de arte, un tiburón en su oficio, culto, sibarita, elegante, solitario y emocionalmente distante -siempre con guantes defendiendo sus manos-. Empalizado en una soledad embellecida en secreto por cientos de cuadros con rostros femeninos, adquiridos a lo largo de una vida de éxito. Hasta que la fascinación por otro rostro -esta vez invisible- de mujer, derriba todas sus defensas y le hace absolutamente vulnerable. Con un desenlace lleno de dignidad y un lenguaje cinematográfico que transmite profundidad en los sentimientos, apoyado en la extraordinaria interpretación del australiano Geoffrey Rush (tan buena o mejor que la de "El dscurso del rey"). Sin subrayados innecesarios. Muy buena. Un 9 largo.


"La gran familia española" de Daniel Sánchez Arévalo. Un pupurrí que mezcla el costumbrismo coral que escarba en la tradición del cine español (Berlanga, Azcona...) y el glamour cinéfilo de "Siete novias para siete hermanos". Con el hilo conductor de la final del Mundial. Deslabazada, llena de guiños indies, con personajes hilarantes y algunos diálogos divertidos mezclados con secuencias-parche que no vienen a cuento. Buen montaje. Buen sonido. Algo de humor inteligente, pero nada más. Poco que ver con su prometedora y a mi gusto notable "AzulOscuroCasiNegro". Un 5 pelado.


"El espíritu del 45" de Ken Loach. De rabiosa actualidad. Un repaso, combinando imágenes de archivo y entrevistas a intelectuales y líderes sindicales y políticos, de las transformaciones sociales que los laboristas, interpretando con coherencia y valor las necesidades de los ciudadanos del Reino Unido después de la segunda guerra mundial, llevaron a cabo. La luminosa creación del primer estado del bienestar propiamente dicho. Los años de oro del welfare brítánico. La exitosa construcción, contra viento y marea, del Servicio Nacional de Salud, el mejor exponente de la utopía hecha realidad en una Europa que durante décadas ha sido el faro del mundo. El NHS, la joya de la corona de la que tantos hemos bebido. La más perfecta manifestación práctica de una forma de entender la sociedad como un conjunto de derechos a compartir. Y ahí llega el mensaje principal: el espíritu colectivo que entusiasma a los ciudadanos y hace emerger sus mejores valores, frente al individualismo empobrecedor que los oculta. Las enormes figuras de Clement Attlee y Aneurin Beven frente a la mezquindad de Thatcher y Reagan. El espíritu del 45 frente a la decadencia de la Europa actual. Faltan cosas. ¿Dónde están las sombras de la socialdemocracía que permitieron llegar al poder a los conservadores? ¿Y Tony Blair, en qué equipo juega? Parcial y un tanto maniquea, pero oportuna y creada desde las convicciones profundas de un director de cine socialmente comprometido desde siempre. Difícil de ver. Apenas una decena de copias en las salas comerciales españolas. Un 8.

lunes, 28 de octubre de 2013

Futuro

Cada vez está más claro que esta crisis es irreversible. Nada será, al menos en Europa, ni parecido a lo que fue. Por eso, salir del túnel, tal como afirma una y otra vez el Gobierno, no tendrá la misma traducción para todos. Salir del túnel, remontar los malos datos macroeconómicos, será una excelente noticia sólo para unos pocos, los hoy llamados upperclass -los verdaderamente ricos-. Y en cambio, para grandes segmentos de la población -la mayoría de los jóvenes entre ellos- sólo será un empujón más hacia la rampante desigualdad que crece de día en día. 
Es evidente que las sociedades occidentales no necesitan el trabajo de todos -ni siquiera de la mayoría- para crecer. Tras la explosión de la burbuja inmobiliaria, nadie visualiza sectores productivos -por mucho que se hable de cambio de modelo- que necesiten mano de obra masiva y puedan proporcionar empleo a la gran bolsa de paro actual. Y lo que es casi tan malo, las empresas que tengan éxito sólo lo conseguirán aumentando su competitividad por la vía de la disminución de plantillas y de los bajos salarios, único modo de mejorar la oferta de sus homólogos orientales. O sea nos achinaremos cada vez más y ni aún así, seremos capaces de aumentar significativamente la empleabilidad. Es posible que disminuya algo el desempleo pero con la paradoja estructural del descenso paralelo de la población activa.
Habrá por tanto dos categorías laborales sin posibilidad de alcanzar, ni siquiera a largo plazo, una vida decente: los parados y los que, aún trabajando, no podrán vivir de su salario. Por tanto el paradigma de la necesidad de trabajar para poder vivir, habrá desaparecido en poco tiempo. Si es que no lo ha hecho ya.

También hay otros paradigmas secundarios que ya han caído en esta globalización que "nos mata" poco a poco. Hoy no es más rico el que mas posee. La propiedad no es sinónimo de riqueza. El dinero de verdad es etéreo, lo manejan los gestores de la información financiera que han conseguido -via parasitación o vía chantaje en sentido amplio- atar en corto a la política, única herramienta capaz de limitar su poder. 
Nadie pone en entredicho -los medios de comunicación forman parte del entramado de las nuevas élites- los obscenos rendimientos que algunos consiguen. ¿Alguien se cuestiona la pasta que gana un "buen" gestor de fondos y si ésta es proporcional a sus méritos? ¿Alguien compara hoy en día la renta de los que juegan en el casino financiero global con, por ejemplo, la de un buen científico o la de un empresario innovador? Sólo parece darse ese ejercicio de indignación comparativa -de barra de bar- con algunos deportistas de élite. En suma, salvo contadas excepciones -generalmente en el ámbito deportivo o del entretenimiento- la meritocracia y la excelencia -bases hasta ahora del desarrollo y el progreso de la humanidad-, no son caminos ciertos para elevar sustancialmente el nivel de renta personal. Un efecto llamada inverso a las nuevas generaciones para que prescindan del esfuerzo intelectual, salvo que éste conduzca al dinero rápido y fácil.
Otro paradigma en descomposición es el de las clases medias profesionales, que por ahora conservan con moderados decrecimientos su poder adquisitivo. Uno de sus objetivos vitales era la generación de un nicho económico familiar en el que el porvenir de sus hijos tuviera expectativas de cierta seguridad. Los cambios que esta crisis ha traído nos han demostrado que los salarios -generalmente públicos- de los que estas clases medias profesionales disfrutan, no son otra cosa que deuda diferida al futuro. O sea, la plusvalía es negativa y las futuras generaciones no disfrutarán en ningún caso de sus réditos y, por contra, se verán obligadas a financiar en los próximos años el coste de las retribuciones actuales de sus progenitores. Así que nuestros hijos y nietos no sólo vivirán peor que nosotros, sino que tendrán que pagar -no se bien de qué manera- lo que ahora disfrutamos.
Pero volvamos al tema fundamental, ¿alguien se está preguntando que queremos ser de mayores?, ¿está Europa pensando en adaptarse -sin arruinar su modelo social- a la globalización? Y si la conexión entre trabajo y supervivencia desaparece a marchas forzadas, si ya no será necesaria tanta mano de obra para nutrir las necesidades laborales de nuestras economías, ¿cómo haremos para procurar una vida digna, alejada del robo y la violencia, de los ciudadanos de nuestros países con independencia de si trabajan o no? ¿Hasta dónde podemos alargar el esfuerzo fiscal de los de siempre -sin tocar a los upperclass- y la deuda pública para mantener las "ayudas" sociales que hoy tenemos bailando en el filo de la navaja? ¿Estamos siquiera preparados para hablar de la separación entre trabajo y vida, sin marear la perdiz en cuestiones coyunturales y colaterales, como avestruces que esconden la cabeza en el ala y esperan -modelo Rajoy- que escampe, cuando la lluvia desde hace años no hace más que arreciar? ¿A alguien le quedan dudas de las consecuencias que, más temprano que tarde, tendrá la ausencia de una rápida respuesta a este problema ya estructural - sólo posible desde la desprestigiada política-? Que Dios nos coja confesados.

lunes, 14 de octubre de 2013

Cine de estreno: breves comentarios


"La bicicleta verde" de Haifaa Al Mansour, primera mujer directora de cine en Arabia Saudí. La vieja historia de la conquista de la libertad pero en un escenario inédito y desconocido. Fresca, inteligente, brillante, alegre y muy bien narrada. La revolución libertaria en la mirada y la irreductible espontaneidad de una niña deliciosa, picara y adorable. Una grieta en el muro de silencio de las monarquías teocráticas del Oriente Medio. Un lugar donde el futuro debe estar liderado por las mujeres. Lo mejor que he visto en los últimos meses. Un 9 largo.


"Las brujas de Zurragamurdi" de Alex de la Iglesia. Un bodrio. Una película sin sentido. Una huida hacia adelante que requiere una marcha atrás. Después de una excelente primera escena, nada que se sostenga. Humor antiguo. Trazos de "feminismo" y marginalidad en un discurso plano en el que los excesos, las "boutades" y el sempiterno recurso escatológico para mantener el tono, nada resuelven. Los grandes espacios, las grandilocuentes escenas y la velocidad de la cámara no hacen cine por si solos. De las peores de Alex. Un 3.


"Tu y yo" de Bernardo Bertolucci. El maestro vuelve a rodar después de 10 años de silencio. Brillante, como siempre, en esta historia de adolescencia ensimismada. De limpios despertares y de tránsitos dolorosos. Con recuerdos de "Muerte en Venecia" y detalles que sólo los clásicos colocan sutilemente en cualquier plano, en el más inesperado. Un mundo pequeño que contiene la esencia de la vida: el amor desinteresado que es creible sólo por eso, por no aspirar a nada. Un 9 para el viejo y admirable maestro

domingo, 13 de octubre de 2013

Justicia prescrita

Rajoy, Arenas y la cúpula del PP cobraron sobresueldos en B (también en A por supuesto) del partido, y por tanto del erario público, que no van a tener coste jurídico ni político alguno. Por un lado, la prescripción de los posibles delitos anteriores a 2007 les librara de cualquier responsabilidad penal en ese periodo. ¿Qué sentido tiene, a quién beneficia, la prescripción de los delitos? Desde luego no al ciudadano de a pie: a la inmensa mayoría de los españoles, demasiado silenciosos -diría yo- a la vista de lo que está ocurriendo. 
Y si algún fleco pudiera quedar (más allá de 2007), Hacienda sostiene que la recepción por los partidos políticos de fondos ilícitos "no tiene en España consecuencias en el régimen tributario". Y por tanto las retenciones de ellos derivadas (tiene narices que lo ilícito desgrave), reduce la cuantía de esos sobresueldos por debajo de los 120.000 euros en los que se sitúa la barrera del delito fiscal. ¿Cómo es posible que la enorme bolsa de corrupción (Gürtel- Bárcenas) que afecta hasta el tuétano al principal partido de este país, gobernante y hegemónico, no tenga consecuencia alguna ni jurídica ni política? Impunidad. Degradación de la democracia. Vergüenza. Otra vez la capacidad del sistema judicial español, puesta en entredicho.
Hay muchos casos más para ejemplificar en la actualidad esa flagrante incapacidad: la Operación Puerto, las micropenas en el mediático caso Malaya después del acoso habitual al único juez, Miguel Ángel Torres, que tuvo en su día el valor de instruir la causa..., el caso Fabra que también acabará como el rosario de la aurora tras tantos años de jueces relevados, trasladados... O el caso Baltar, con el cacique implicado ya jubilado e inmune en la práctica a cualquier condena... O el sistemático cuestionamiento por el PSOE andaluz, poco justificado en muchas ocasiones, de la juez Alaya en el turbio asunto de los ERE...
Debe ser descorazonador para los jueces de instrucción españoles que su esfuerzo y su arduo trabajo termine en prescripciones, en archivos basados en argucias procesales o en microsentencias injustas.
Fuera ya nos conocen como un país corrupto en el que prima la impunidad sobre una justicia prescrita e inútil "de facto" en los casos de este tipo. Si tenemos un mínimo de autoestima, deberíamos hacer algo ya. Y rápido. La memoria reciente es frágil y los medios de comunicación volubles y demasiado dependientes de los círculos del poder económico y político. En poco tiempo acabaremos volviendo a votar a los mismos corruptos de siempre.

Tal para cual





Tal para cual. Nunca se equivocan. Son la máxima expresión de la perfección. Cuándo algo sale mal la culpa es de los otros. Y si sale bien, ambos hinchan el pecho como gallitos que nunca comparten la gloria y, por el contrario, siempre adjudican el fracaso a las oscuras fuerzas exteriores (socialistas, prensa, árbitros, nacionalistas, Zapatero...). Los principios éticos, un día bandera de su destino, se cambian por otros sin sonrojo. Todo vale para recargar la razón y el ego. El azote inicial contra el caciquismo se convierte en comprensión y paciencia infinita para con los Baltar acusados de corrupción. Las fotos de la vergüenza de Quintana, son en su caso Dorado el inocente viaje en barco con un amigo de juventud que le salió narcotraficante. El fiasco de la fusión de las cajas gallegas no es cosa suya, el error fue del Banco de España. La "extraordinaria" campaña contra el fuego de este verano se frustró por los bandidos que prenden fuego al monte, los recortes de la Xunta nada tienen que ver en ello (la foto de la manguerita ya está olvidada). Todo imputado judicial debe dimitir. Pero sólo si es de los otros (Paco Rodriguez...). Si es de los nuestros - de los suyos, más bien- (Rogelio Martínez, Telmo Martin...) no hay más que presunción de inocencia y dilatación judicial de los casos. Su partido es un partido de centro, pero si le preguntas por la activa militancia franquista del alcalde de Beade, te dirá que solo es "un chiste". Ufanarse de conseguir ahora de su amigo Rajoy más fondos europeos para Galicia, no es lo mismo que denunciar la discriminación de antaño de ZP para con nuestra región en beneficio de sus cómplices catalanes y andaluces. 
No hace aún un año que, de micrófono en micrófono, el primero de la clase pedía transparencia a su partido en el caso Bárcenas, pero cuando le llegaron al oído sus derivadas gallegas, todo fue silencio y tribunales que, en su día, dictaran sentencia. Todo en él es ética y limpieza. ¡Cómo no!
Si Pemex llega he sido yo. Si no llega, son problemas de reestructuración empresarial. O alguna ley de ZP que quedó colgando y obstruye el recto devenir de las cosas. El copago en los comedores escolares, en los fármacos de dispensación hospitalaria... son medidas de homogeneidad y justicia para salvar la sanidad y la educación pública. Si lo hubiera hecho el bipartito, las vestiduras ya estarían rasgadas y sus gritos de indignación social llenarían las portadas.. 
Los demás cuando gobernaban practicaban el amiguismo... Pero ahora es simplemente justo cuando son los municipios del PP los que copan las ayudas de la Xunta al empleo, cuando del reparto de frecuencias radiofónicas en Galicia se excluye a la SER, cuando la Consellería do Mar concede medio millón de euros a la empresa de un exconcejal de Pontevedra del partido, cuando se recolocan continuamente en la Xunta a los colaboradores en tiempo de oposición, mientras que a los que algo (lo más mínimo) tuvieron que ver con el bipartiito se les ningunea con independencia de su capacidad técnica...
Se maquilla lo que haga falta, el déficit..., lo que sea. La contabilidad creativa y el argumentario bien cocinado tapan las promesas electorales y los proyectos eternamente retrasados.. Hay que mantener prietas las filas aunque sea con soldados impresentables, ¿qué más da?. Lo que haga falta para seguir siendo Special 1. Galicia, el Madrid... son lo de menos, meros instrumentos, meras plataformas en sus carrera shacia la gloria. Varas de medir. Tal para cual.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Patrimonio nacional

Hace unos días, después de la penosa actuación del arbitro en el partido Elche - Real Madrid, regalando, ya finalizado el tiempo reglamentario, un penalti inexistente -y, con ello, 3 inmerecidos puntos- al equipo madridista, una emisora radiofónica recibió y puso en antena el comentario que un aficionado dejó en el buzón de aportaciones de los oyentes. En dicho comentario, el fulano argumentaba: "¡Bravo por Muñíz Fernández, ya era hora de que los árbitros vuelvan al lugar del que nunca debieron irse, a beneficiar al equipo que nos representa, que ostenta los títulos por los que nos envidian en el extranjero. Ya es hora de acabar de una vez con el dominio de los advenedizos que además ni siquiera son españoles!"
Por muy chusco que pueda parecer, ésta no es sólo una salida carpetovetónica de la España cañí. En este país, todavía existe en determinados sectores de opinión, generalmente vinculados a la derecha política, un concepto patrimonial del estado, que no ha desaparecido en los años de la llamada Transición democrática. Los hechos nos demuestran que este concepto ha permanecido latente en algunos ámbitos estratégicos de nuestra sociedad: la judicatura, la banca, la gran empresa, determinados medios de comunicación, el imaginario deportivo vinculado al nacionalismo español excluyente... Y que ahora renace en el pensamiento y la acción de los que siempre han pensado que el país es suyo y aceptaron "a regañadientes" la "aparente" ocupación del poder por "los otros". Hoy, para ellos, la alternancia ya no es necesaria para homologarse con Occidente. Las reglas del juego pueden ser reinterpretadas para que la España plural y la España roja no vuelvan a levantar cabeza nunca más.
De otro modo nadie entendería la doble vara de medir en el Tribunal Constitucional para con el designado presidente Pérez de los Cobos -militante del PP- y para con Pérez Tremps, recusando al segundo y rechazando la recusación del primero por hechos como máximo similares. El catalán no es "de la familia", el murciano, si.


Este concepto patrimonial también aparece de vez en cuando en las escasas manifestaciones espontáneas de tipos, incluso físicamente -¡qué tendrá la gomina!-, "patrimoniales" como Carlos Floriano, de verbo fácil y pensamiento pedregoso. ¿Quién puede considerar "raro" en este país, que un cabal político de la derecha de toda la vida tal cual Mariano Rajoy, cobre tres veces más que un rojo -usurpador del poder durante demasiado tiempo- como Rubalcaba? ¿No es normal acaso que un registrador de la propiedad -puesto generalmente reservado para los hijos de buena familia- gane mucho más dinero que un simple catedrático de química? ¿Cómo era aquello de "que inventen ellos"?
O en la frecuente incontinencia verbal de Rafael Hernando, portavoz del PP muy del gusto de las cadenas televisivas que proliferaron con Aznar para revitalizar el pensamiento patrimonialista, cuando afirma sin sonrojo: "las consecuencias de la República llevaron a un millón de muertos".
Ese es el "pelo de la dehesa" que se les ve cuando obstaculizan al máximo la orden de detención, de una juez argentina -triste sustitución de la justicia española-, contra varios conocidos torturadores -entre ellos Billy, el niño- de la policía franquista en los últimos años de la dictadura. Delitos que, al igual que los de terrorismo, nunca deben prescribir. ¡Hay que defender -con la boca pequeña por supuesto- a los que fueron "de los nuestros"! Como bien dice el alcalde de Beade, hacer otra cosa sería "muy feo".
Toda una revitalizada corriente de opinión convenientemente jaleada por La Razón y ABC, entregados a la causa de defender sin matices, más allá de cualquier crítica por pequeña que sea, a su Gobierno. El que nunca debió marcharse y ahora debe permanecer, no porque lo haga bien o mal, sino para que "los otros" no vuelvan.
¡Si Berlanga levantara la cabeza, descubriría su acierto al aproximarnos, en los albores de la democracia, a la saga de los Leguineche, hoy felizmente recuperados, en formato modernizado y tras un periodo de letargo, para el inmortal patrimonio nacional! ¡Qué viva Muñiz Fernández, el justiciero arbitro de la gomina! ¡Fuera complejos!