lunes, 3 de febrero de 2014

Comulgar con ruedas de molino

Primera rueda: 
Hace unos días escuché en la radio a Inaki Oyarzabal, uno de los actuales líderes del PP vasco, lamentarse de la incomprensión de "algunos" a las políticas de su partido relacionadas con ETA y su entorno. "Nosotros estamos haciendo lo que siempre hemos hecho". "No somos el PSOE que con la apertura de negociaciones retrasó la derrota de la banda". Esa es la tesis a colocar como una verdad en sí misma. Una lástima que un tipo como Oyarzabal que parecía razonable y colaboró desde la moderación política con el gobierno de Pachi López en la causa común del fin de la violencia en Euskadi, no haga un análisis mínimamente equilibrado de la historia reciente. Se puede discrepar con la decisión de ZP, llevada al Parlamento del estado, consistente en aprovechar el declive de ETA para a través de la negociación (que por cierto habían intentado todos los presidentes hasta entonces, incluido Aznar) acelerar el final del terrorismo. Pero es innegable que la ruptura del proceso por ETA en la T4, al descubrir que ningún objetivo político iba a serle concedido, dejó claro a la izquierda abertzale y a gran parte del segmento de la población que concuerda con el proyecto independentista, que la banda terrorista era ya una rémora para ellos. Aquel fue ya el final de la violencia. Acelerado -que no retrasado, Sr. Oyarzabal- en su vertiente política por el fracaso del denostado proceso negociador -achacable en exclusiva a ETA; ¡cuanto se habrán arrepentido los terroristas visto el resultado real del atentado en Barajas-. Sobre la base, por supuesto, de la actividad policial y la dinámica de consenso y lealtad que los dos grandes partidos estatales y el PNV mantuvieron desde aquel momento. 
Y, en todo caso, cómo puede extrañarse el PP de la airada reacción de sectores que en su momento excitó y aprovechó para erosionar irresponsablemente a ZP y Rubalcaba, ministro del Interior a la sazón. Acaso no recuerda las ignominiosas palabras de un tal Rajoy en el Parlamento, acusando al gobierno socialista de traicionar a los muertos y de vender Navarra a los terroristas. Todo por un puñado de votos. ¡Quién siembra vientos, recoge tempestades! A las decisiones judiciales sobre De Juana Chaos, han seguido las de Bolinaga y la caída de la doctrina Parot. Es así la democracia. Esa es nuestra superioridad moral ante los asesinos.
Pero lo principal es que hoy, como dijo otro buen vasco - Ramón Jauregui-, "puede decirse que en los años duros nunca imaginamos un final tan limpio, tan claro y tan rotundo de ETA. Sin conseguir nada". Y eso está en el haber de todos los demócratas. De la gente de Euskadi, de "Basta ya", de Rajoy, de su ministro del Interior, de Oyarzabal, de Quiroga, de Basogoiti... Pero también, y de forma muy destacada, de Pachi López, de ZP, de Rubalcaba y de Eguiguren. Muy poco mérito en la victoria sobre ETA tienen en cambio Jiménez Losantos, Mayor Oreja, María San Gil y la caverna de la TDT. Acabemos el tema con la generosidad de la ley, con un relato justo y no sesgado y con la tesis de ETA como una organización desnortada y asesina cuyo funesto avatar sólo ha producido dolor y NADA ha conseguido. Toda la consideración para las victimas de ETA, igual que para las de la dictadura franquista que siguió a la guerra civil. Ni más ni menos. Y lo que haya que escuchar de ellas, habrá que escucharlo con respeto. Sin más.


Segunda rueda:

"El anterior gobierno dejó el país en la ruina y nosotros ya casi lo hemos levantado". Mensaje sencillo y rotundo que, reiteradamente colocado, se convierte en un lugar común. Mentira. La mejora en los datos macroeconómicos poco ha tenido que ver con la acción del actual gobierno. Ha llegado de factores externos, como ha llegado a Grecia, Italia, Portugal... Rajoy está haciendo una política económica en términos generales similar a la de ZP, siguiendo los dictados de la troika y del poder financiero global: subida indiscriminada de impuestos, reducción de gasto en pensiones y salarios del funcionariado, reformas laborales para disminuir los costes laborales, reducción del déficit como objetivo básico... Ninguno de los dos han propuesto nada distinto a ello ni han entrado a reformar y adelgazar las estructurales político- administrativas prescindibles. Los resultados macro en uno u otro momento son, por tanto, fruto de la coyuntura internacional. Ninguna medalla que colgarse. Ni para ZP ni para Rajoy. Diferencias las ha habido, pero no sustanciales: Matices importantes sin duda, pero sólo matices. Mayor sensibilidad con el estado del bienestar y la protección social por parte del PSOE y focalización del PP en la reforma bancaria (con rescate incluido tras la gestión de la caída de su Bankia; por cierto, algún experto de la UE dijo que "peor no se pudo hacer"). La cuestión es que la desigualdad ha aumentado vertiginosamente con los dos gobiernos. La sociedad española camina vertiginosamente hacia una dualidad insoportable. Los banqueros y las élites financieras han ganado con la crisis y las demás estamos perdiendo cada día más. O sea, señor Rajoy, ya puede ir quitándose la medalla de latón que se ha puesto y dejando de colocar argumentarios para ovejas indocumentadas y adheridos inquebrantables.
En cualquier caso, si todo esto no cuela, siempre le quedará Cataluña para intentar ganar las próximas elecciones. Haciendo, si puede volver a conseguirlo, comulgar a unos cuantos con ruedas de molino. Y de paso seguir silenciando sus sobresueldos en A y en B y la financiación irregular e ilegitima de su partido -de la cual él es ahora el máximo responsable político-. Aunque ya se que no se puede hablar. Ruedas de molino para tragar.